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La crisis humanitaria en Europa denuncia la fragilidad y el abandono de miles de seres humanos desplazados desde Siria y de otras zonas de conflicto.
Este fin de semana llegaron a Alemania 15.000 migrantes, los cuales fueron recibidos con ropa, comida, juguetes y gritos de “bienvenidos”. En las estaciones de Fráncfort y Múnich, grupos de voluntarios les dieron una calurosa recepción.
Después de innumerables debates en los países europeos, el gobierno alemán llegó a un acuerdo con Hungría para permitir el tránsito libre hacia su territorio. Esta decisión fue duramente criticada por el partido conservador Unión Social Cristiana, aliado de Ángela Merkel, ya que no se tomó en cuenta la opinión de los estados federados alemanes, que serán los receptores de esta población.
Por otro lado, varios gobiernos europeos se mostraron escépticos con esta decisión, mientras Israel construye una valla de seguridad en la frontera con Jordania, cuyo objetivo es impedir el paso de migrantes, traficantes y militantes.
El acto solidario de Alemania, a pesar de relevante, no oculta los dramas humanitarios en Palestina, Ucrania, Siria, Irak y Afganistán. Muchos provocados o invisibilizados por la OTAN, la organización militar más poderosa del mundo.
En 1999, en la cumbre realizada en Washington, la OTAN decidió ampliar su radio de actuación, lo que modificó el carácter defensivo originario del Tratado del Atlántico Norte y apartó a Europa de los ideales de paz reiterados en la Carta de la ONU. En 2002 la organización se adhirió a la guerra preventiva del presidente Bush, lo que ha justificado la implementación del belicismo experimental en Libia, Afganistán, Irak, Siria y su apoyo incondicional a Israel con el objetivo de controlar militarmente las zonas con recursos naturales asociados a la energía.
Esta organización ha adoptado un manejo corporativo en la acción de guerra, con reclutamiento de mercenarios de todo el mundo para evitar la muerte de sus nacionales. Adicionalmente, el uso masivo de drones impide que sus nacionales combatan directamente y sean juzgados.
Aunque estas intervenciones son realizadas a nombre de la construcción de la democracia funcional y de sus intereses estratégicos en el ámbito económico y militar, el resultado ha sido desolación y muerte, desplazamiento forzado y fractura territorial de los estados intervenidos.
Mientras los bombardeos de la OTAN desplazan un número significativo de personas en los países en donde interviene, esta organización ha considerado la inmigración descontrolada como una amenaza que justifica incluso su criminalización. En estas condiciones, la OTAN ha supeditado la política exterior de sus miembros a los intereses estratégicos de EE.UU. en Europa y alrededor del mundo como un estímulo a su industria militar.
Actualmente, los países de la OTAN exportan 75% de las armas del mundo, lo que genera un clima de guerra y transforma en una bomba de tiempo el equilibrio de las relaciones internacionales. Decir no a la OTAN bélica es crear condiciones para un mundo más pacífico y justo, es evitar el desplazamiento forzado e impedir que niños como el sirio Aylan Kurdi mueran en esta travesía insensata.
