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Premio Nobel para la paz

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Beatriz Miranda
11 de octubre de 2016 - 03:37 a. m.
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Después del 2 de octubre, cuando el No venció al Sí en el plebiscito, la esperanza de gran parte de los colombianos de poner fin al conflicto interno de más de 50 años se desdibujó. La comunidad internacional, perpleja ante el resultado, acusada por muchos de desconocer las reales causas de la guerra y el prontuario de sus actores, durante toda la semana manifestó su pesar por la pérdida de esta oportunidad histórica por la paz.

Las marchas del silencio por la paz en varias ciudades y el Premio Nobel de Paz del presidente Juan Manuel Santos fueron el aliento de un país a la expectativa de los diálogos entre el Gobierno y las Farc. Aún no se sabe si los cambios propuestos por los líderes del No serán posibles, si están incorporados en el Acuerdo Final o si sólo serán instrumentos para dilatar la implementación del Acuerdo.

En este contexto de incertidumbre, la Plaza de Bolívar iluminó al país con la manifestación: los participantes pedían paz ya, con un canto de libertad legítimo y distante de las manipulaciones de los partidos políticos. En la primera noche, solamente dos carpas; este domingo ya contaban con 60.

Al caminar por este campamento, pedí en silencio que no se repitiera lo de México en 1968, cuando fueron asesinados aproximadamente 400 estudiantes en la Plaza de Tlatelolco. Ojalá que este espíritu juvenil sea respetado, protegido y acogido por todas las expresiones del Sí y del No, pero especialmente por el 63 % de la población que no se expresó, que también ha sido afectada por este conflicto militar que ha dejado tantas víctimas, pero optó por la indiferencia.

Posteriormente, al duro golpe del No, desde Noruega, el anuncio de la concesión del Premio Nobel de la Paz al presidente Santos dio nuevos aires a las negociaciones con las Farc.

En las últimas horas, en una misa por las víctimas en Bojayá, Santos afirmó que su premio será dedicado a los fondos necesarios para reparar a las víctimas.

Con este Nobel, la Comunidad Internacional ha demostrado el deseo de que Colombia diga no a la guerra. Ojalá, a pesar de las presiones, el Gobierno y las Farc permanezcan en la mesa de negociaciones, mantengan el cese bilateral del fuego y no caigan en la trampa de los que intentan aplazar la paz, por lo menos hasta 2018.

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