Brasil!
Muestra tu cara
Quiero ver quien paga
Para que la gente esté así
Brasil!
¿Cuál es tu negocio?
El nombre de tu socio?
Confía en mí.
Cazuza
Excelentísima Presidenta Dilma Roussef,
Empiezo esta carta con una clásica pregunta del Brasil desde los años 80: ¿Qué país es este?, pregunta absolutamente válida a pesar de los caminos y trochas recorridas por tantos en la búsqueda de un Brasil mejor.
Quería decirle que con seguridad a ningún brasileño le gustaría estar en su lugar, ni siquiera el excandidato Aécio Neves, nacido y criado en los pasillos del poder nacional, conocedor de la fugaz ilusión que el poder ofrece y del tejemaneje impuesto por las alianzas políticas.
Usted recibió el poder de un presidente que salió con 85% de aprobación. Entonces, la mayoría de los brasileños creían que, el Brasil que le entregaban era un grande y poderoso como el que cantamos en el Himno Nacional. Nadie dudaba de eso, se notaba una revolución social pacífica, el precio de los commodities nos daba la sensación de crecimiento con desarrollo, el anuncio del Pre Sal –descubrimiento de inmensas reservas de petróleo que indicaba una futura independencia energética–, el pago de la deuda externa hacía pensar que otro Brasil era posible, la integración suramericana y los BRICS sonaban como propuesta de un mundo menos hegemónico y más solidario.
No obstante, si se habla con sinceridad, la mayoría de los brasileños conocían su formación académica y política, sabían que usted así como sus antecesores era una memoria viva de las grandes conquistas y dolores de este país. Muchos brasileños la veían demasiado técnica, temperamental y poco política.
Pero en los últimos ocho años era imposible no hacer la apuesta por seguir con las importantes reformas realizadas por el Partido de los Trabajadores (PT), bajo el liderazgo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El Brasil de Lula rescató lo bueno del gobierno de Getulio Vargas, los sueños de Juscelino Kubitsckeck, de Geisel y de las plazas llenas en pro de las Elecciones Directas Ya. Se pensaba que en los gobiernos del PT cabrían los sueños aplazados y proyectos inacabados.
Durante meses, el pueblo brasileño viajó horas para llegar al Palacio de la Alvorada para saludar a Lula, el hijo del Brasil profundo. Parecía ser la victoria tardía del Movimiento Social Brasileño, algo valioso en un país de historia imperial y estructuras jerárquicas, casi feudales.
De repente, Brasil a oscuras, Brasil sin agua, Brasil minado por la corrupción. Además, la baja inusitada de los precios de los commoditties pone a Brasil y la región a tambalear. Le aconsejaron dar marcha atrás en su política exterior, porque no se puede jugar con candela. No se puede olvidar que uno de los detonantes del Golpe militar de 1964 fue la política exterior independiente. Su gobierno tuvo que afrontar el Mundial de Fútbol y tendrá que conducir los Juegos Olímpicos. En suma, usted recibió un Brasil con muchas ecuaciones irresueltas y ahora le tocó resolverlas sola.
No me parece justo que el peso de alianzas y decisiones históricas tomadas desde 1985 provoquen un juicio popular y legal a su gobierno. Usted no debería pagar en soledad esta factura. Sin embargo, Presidenta no se puede hacer oídos sordos a las calles y seguir diciendo que solamente la oposición orquesta, a pesar de su poder en los bastidores. Pero Presidenta cuando el río suena….
Sus colaboradores más cercanos afirman que es muy difícil trabajar con usted por su carácter temperamental. No obstante, lo único que le puede salvar en este momento, es oír y mantener las conquistas sociales. Es verdad que usted está más sola que nunca, que hasta el PMDB, aliado histórico de su partido, juega pesado y da señales de retirada porque más les vale los votos de las elecciones municipales que la fidelidad partidaria y programática.
A pesar de su descendencia búlgara, usted es de Minas Gerais y por lo tanto desconfía. Mire hacia los lados y siga desconfiando de todos sin excepción. Y aunque sea difícil, haga pactos por la mínima gobernabilidad de Brasil, pero no ofreciendo cargos a ministros más políticos que técnicos. Ellos no podrán responder a las necesidades urgentes del país.
Es sabido que el presidente Lula, a pesar de no estar contento con sus decisiones, volvió a reunir al PT para hacer reflexiones y replanteamientos. Presidenta, Brasil no es un país de rupturas, el hijo del rey hizo nuestra independencia y Brasil se volvió imperio. Convenza al PT a salir de la burocracia y volver a las calles, a oír a la gente, a reconquistar su liderazgo.
Presidenta Dilma, es necesario la autocrítica, no basta aceptar la protesta como un símbolo de la democracia. No se distancie del Presidente Lula que es un articulador innato que podrá decirles cómo llegar nuevamente al alma de ese Brasil cansado de oír.
Recuerde que el Presidente Fernando Henrique Cardoso, Aécio Neves y Marina Silva dicen no apoyar el impeachment, haga que validen sus palabras porque líderes son líderes antes o después de las elecciones. Concrete el pacto nacional por Brasil. Esta sí sería una forma democrática de buscar salidas viables.
Llegue hasta las ventanas del Palacio del Planalto, mire hacia fuera, el mundo es vasto, no pierda ni un segundo la dimensión y la importancia del país que usted dirige. A pesar de todo Brasil es Brasil.
Recuerde a los grandes nombres de la historia diplomática del país, sobre todo un discurso histórico del Barón de Río Branco cuando asumió el Ministerio de las Relaciones Exteriores: "No vengo a servir a un partido político: vengo servir a nuestro Brasil, que todos deseamos ver unido, íntegro, fuerte y respetado"
Con este eco retumbante, reactive su política externa, Brasil ya no suena ni dentro de la región, ni fuera. Acuérdese de Getulio Vargas: política exterior al servicio del desarrollo del país. Pero, ojo, no haga pactos con transatlánticos, dispuestos a intervenir para fragmentar. Convoque al ex Ministro de Relaciones Exteriores y de Defensa Celso Amorim, amado por unos y odiado por otros, pero eximio conocedor de la Diplomacia más allá de los protocolos y muy identificado con los intereses de la nación brasileña.
Presidenta Dilma, Brasil, la región y el mundo esperan una revitalización de su gobierno, a pesar de la adversidad.
Cordialmente,
Una de millones de brasileños y brasileñas que creen en nuestro país