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El coronavirus rompe con una tradición milenaria e impone en varias partes del mundo un Domingo de Pascua con templos vacíos. La imagen de la Basílica de San Pedro en soledad replicó de forma inusual, recordando a los fieles que gran parte del mundo está en cuarentena.
Miles de fieles asistieron a la misa realizada por el papa Francisco por televisión o redes sociales y la Plaza del Vaticano estuvo más sola que nunca, recordando que el mundo, que antes funcionaba contra reloj, involuntariamente ha parado, con la esperanza de que la COVID-19 conceda a la humanidad días de tregua.
En Tierra Santa, las puertas de la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén —el lugar en donde Jesús fue sepultado—, tampoco se abrieron. Algo único en un siglo, de acuerdo con historiadores palestinos.
El solidario discurso del papa Francisco, al celebrar la misa del Domingo de Resurrección en la Basílica de San Pedro, fue impactante. Enfatizó que este es el contagio de la esperanza: “No se trata de una fórmula mágica que hace desaparecer los problemas. No, no es eso la resurrección de Cristo, sino la victoria del amor sobre la raíz del mal; una victoria que no “pasa por encima” del sufrimiento y la muerte, sino que los traspasa, abriendo un camino en el abismo, transformando el mal en bien, signo distintivo del poder de Dios”.
Al mencionar las dificultades generadas por la pandemia: lutos, sufrimientos físicos y problemas económicos recordó las palabras de Jesús: “He resucitado y aún estoy contigo”. Afirmó que en este período de cambios repentinos, él está cercano tanto a aquellos que temen perder su trabajo como a los que toman las decisiones políticas. Los invitó a que busquen el bien común de todos los ciudadanos, pues este no es tiempo para la indiferencia ni para el egoísmo, es necesario actuar en favor de los más débiles.
Hizo peticiones para que se construya una nueva humanidad, fruto de la resurrección de Jesús entre nosotros: pidió no dejar solos a los pobres, a los presos y a los sin techo, para que no les falten los bienes de primera necesidad y tampoco medicamentos.
Abogó por la reducción o condonación de la deuda que pesa en los presupuestos de los países más pobres y por la suspensión de las sanciones internacionales. Aunque la posición de las Naciones Unidas sea cancelar temporalmente gran parte de estas medidas, Estados Unidos, el gran responsable de la mayoría de ellas, ha ignorado esa variable y parece no estar ni un poco interesado en disminuir la intensidad de sus represalias en países como Irán, Venezuela y Cuba.
El papa hizo un llamado para que Europa sea solidaria y adopte soluciones novedosas para afrontar esta crisis sanitaria. Aunque esta semana la Unión Europea anunció que invertirá 500.000 millones de euros para recuperar la economía del bloque, hay muchas dudas con relación a las deudas de los países más pobres, en este momento los más afectados por la COVID-19, como es el caso de España y Italia. Hasta el presente, cualquier propuesta más generosa del bloque puede encontrar fuerte resistencia de Alemania y Holanda.
El sumo pontífice criticó el comercio de armas en el mundo y solicitó un cese al fuego mundial e inmediato. El gasto militar mundial es 50 % más alto hoy que al final de la Guerra Fría.
Su discurso se alinea con la campaña mundial liderada por el International Peace Bureau (IPB), considerada la “organización pacifista y antimilitarista más antigua del planeta”, que pide a las grandes potencias que, en tiempos de coronavirus, transfieran sus millonarios presupuestos militares a la sanidad del mundo; que en donde hay armas haya vacunas, en donde se preparan ejércitos haya entrenamiento de médicos.
Aprovechó la oportunidad para pedir el fin de la guerra y las tensiones en países víctimas de distintas formas de violencia como: Yemen, Ucrania., Irak y Líbano, de los atentados terroristas en África y que se retomara el diálogo entre israelíes y palestinos.
Recordó a las poblaciones que padecen de crisis humanitarias, en Asia y África. Mencionó a los refugiados, desplazados y migrantes, y pidió por soluciones prácticas e inmediatas en Venezuela. La exhortación del papa Francisco es más necesaria que nunca: hay que superar el egoísmo y contagiarnos de esperanza, para sobrellevar la pandemia y sus efectos adversos e inesperados.
* Profesora Universidad Externado de Colombia
