Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
La ex primera dama y exsecretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton, salió fortalecida de las primarias en Carolina del Sur. En el inicio del proceso se vio opacada por Bernie Sanders, su contrincante en el Partido Demócrata, y por Donald Trump, del Partido Republicano. Con todo, este supermartes será decisivo en diez estados de la Unión Americana.
La elección Presidencial de EE. UU. es uno de los procesos electorales más acompañados del mundo. En esta ocasión, el millonario Trump, con su presencia folclórica y limitada visión del mundo, convierte el tema no sólo en asunto electoral, sino de seguridad nacional e internacional. Su radicalismo contra musulmanes y latinos, su convicción sobre la necesidad de construir un muro al sur de río Bravo que sería financiado por los mexicanos, recuerda a Hitler y sus argumentos de superioridad de raza.
La figura caricaturesca de Trump y la aceptación inesperada de Sanders en varios segmentos de la población llena las primarias de expectativa, dejando de lado un tema candente: ¿cuál es el peso de Wall Street y de los multimillonarios que controlan más de la mitad de la riqueza del país en las elecciones? ¿Cuánto poder tienen un presidente y los empresarios que financian su campaña? Sanders ha dicho que este desequilibrio financiero demuestra el poder de las oligarquías en el proceso electoral. Cualquier semejanza es mera coincidencia.
A Trump no le faltan plata ni medios de comunicación que lo reafirmen como el candidato republicano ideal, la campaña de Sanders ha sido financiada por donaciones de potenciales electores. Los opositores de Hillary afirman que ella ha recibido “aproximadamente US$600.000 pagados por Goldman Sachs por tres conferencias”.
Bajo la línea del Ecuador, más específicamente en Brasil, la alta suma como pago de conferencias es una variable que hace meses ha tambaleado los cimientos de la República, pero parece que en la Casa Blanca el tema no tiene real importancia.
En esta contienda, la ira de Trump hacia los inmigrantes hará que el voto latino sea fundamental para que los demócratas se mantengan en el poder, como ocurrió en los dos mandatos de Obama, a pesar de sus promesas no cumplidas. Esperamos que la experiencia de Hillary pueda desarmar el circo mediático de Trump dentro y fuera de EE. UU. ¿Lo imaginan en la lucha contra el EI o tomando decisiones sobre la guerra en Siria, apoyado por una mayoría republicana en el Congreso?
A pesar del desencanto con los partidos y sus representantes, creamos en la lucidez de la mayoría de los estadounidenses. En caso de duda, pidamos a Dios que proteja a EE. UU. y al mundo. Que la fe de latinos y estadounidenses pueda construir un muro de protección invisible contra Trump y sus atrocidades.
