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Bloquear: una tradición

Beatriz Vanegas Athías

09 de agosto de 2021 - 09:59 p. m.

En las veredas y corregimientos; en el monte y en los pueblos de Colombia que son según el DANE ,1.122 entidades administrativas locales es común y este vocablo (“común”), en el país en el que sus gobernantes odian y asesinan a quienes les dan el empleo, que significa también natural; y natural a su vez nos lleva a significar lo tradicional, lo que se vuelve una costumbre. Digo que en la mayoría de municipios con sus corregimientos y veredas es costumbre usar bloqueos para llamar la atención del gobernante local ante las infinitas carencias.

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Por ejemplo, la cabuya en mitad de la calle o el camino para recolectar dinero que alcance para tapar el hueco de la alcantarilla por donde supura toda la hediondez posible o se entierran las motos y vehículos. Tuvo que llegar el emblemático programa de televisión “El hueco” con papayera y payasos paupérrimos para que por vez primera vez la calle estuviera sana. ¿Dónde estaban los administradores de la localidad? Ja, quién sabe dónde.

El Paro nacional del 28A reveló las tantas infamias construidas con rigor por los gobiernos godos y de derecha que ha tenido Colombia en el siglo XX. Gobiernos que han sido todos godos así se llaman liberales, como esta entelequia del “Nuevo Liberalismo” que se han inventado los delfines Galán, pero ése es otro asunto. Digo que en los gobiernos godos del siglo XX y XX los bloqueos han adquirido con el correr de un siglo la categoría de costumbre. Siempre hemos estado bloqueados al punto de estarlo mentalmente también. Por ejemplo, se cree que es el Estado quien tiene que cuidar los cuerpos de agua (y esto es así) pero ante la inercia de los gobiernos locales, surge también el bloqueo de los pueblerinos que condenan al río, a la quebrada a la extinción para privilegiar al cemento porque si no lo hace la administración a nosotros qué nos importa; el bloqueo mental que hace que en el siglo XXI haya aún pueblos y veredas que condenen al río a ser un vertedero de basura. Tanto la naturaleza como los animales se hayan a merced de dos cerebros bloqueados. Una de mis pesadillas recurrentes era aquella de que una de las tantas crecientes de Majagual el pueblo se llenara de un río de basuras que se adherían a mi cuerpo, al de mi mamá, al de mi abuela, al de mis primos, tal vez era una imagen proveniente de aquel programa de televisión llamado “Las Chicas Super poderosas” que consistía en verlas a punto de fenecer porque el villano Mojojo se inventó un monstruo de basura sacada del río.

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Hay otra forma de bloqueo que es conducir la vida a partir de refranes y dichos populares. Son casi ley en veredas y municipios. “Árbol que nace torcido nunca su rama endereza” este refrán conversa para afianzar su prejuicio con “Loro viejo no aprende hablar”. Ambos son la invitación a crear un estado de vida en la que no hay oportunidad para mirar con ojos atentos y curiosos a los nuevos tiempos, que en virtud de esta máxima popular siempre serán los viejos tiempos. Son la invitación estos refranes incrustados como preceptos a considerar la educación (la que se desarrolla en la escuela) una opción vedada para quienes no asistieron en su edad primera debido al bloqueo de desigualdad.

Estos bloqueos mentales, estas cárceles elegidas, entre otras, son los que hacen que se juzgue con escarnio los bloqueos efectuados por los jóvenes del 28A como actos de terrorismo. Porque los jóvenes bloquearon para intentar derruir los bloqueos ancestrales, esos que llevan a millones a creer que la mierda es oro y que es mejor malo conocido que bueno por conocer.

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Ahí está entonces Iván Duque “el malo conocido” en su último año de infamias.

COLETILLA: Hermoso hasta el llanto y la rabia el más reciente libro del gran Fernando Vallejo. Se llama “Escombros”. Léanlo, por favor.

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