El asesino, el desplazado y la masacre (I)

La estatua de bronce, 18 de agosto de 1989, Los desplazados y La balada de los pájaros son poemas escritos por María Mercedes Carranza, Juan Manuel Roca, Héctor Rojas Herazo y Mario Rivero, respectivamente, que conforman una memoria poética de la historia de la violencia colombiana. Estos textos aluden al asesino, al desplazado y a la masacre, tres figuras naturalizadas por quienes ostentan el poder desde hace décadas gracias al obsceno negocio de la guerra.

En La estatua de bronce la voz poética de Roca emplea toda su pirotecnia verbal y sarcástica para entronizar al asesino como el único ser capaz de elevarse como héroe: ¿Quién podrá ser el jinete de bronce/Sobre el imponente y brioso caballo de bronce? /Deberá ser alguien que muchos ciudadanos admiren. /Un hombre que sea su propio mentor, /Que haya luchado a brazo partido por su gloria y su fortuna. /Ya está. Levantémosle una estatua al asesino. / En tanto que, María Mercedes Carranza, en ese magnífico poema en el que divide el día del asesinato de Luis Caros Galán en tres actos, plantea metáforas explícitas para nombrarlo con un ritmo acentuado que parece no alcanzar la intensidad de los epítetos que dimensionan la crueldad de este ser desalmado o con el alma prestada y manipulada por los verdaderos asesinos: En su corazón de piedra/ el asesino afila sus cuchillos/ (…) El asesino: humores de momia, hiel de alacrán/ heces de ahorcado/ sangre de Satán.

Estas miradas del asesino configuran una memoria histórica y lingüística precisa que estructura -como en un rompecabezas, como en un caleidoscopio- la esencia de este personaje y también nuestras maneras de asumirlo. Y no se distrae la poesía con eufemismos, porque para ello están los recursos certeros de la metáfora y del sarcasmo. Y aunque parece que los poemas se alejan, lo cierto es que se acercan para darle una vida completa a este personaje.

Los poemas erigen una puesta en escena de la violencia a través de la entronización del personaje antagónico, es decir, del asesino en el poema “La estatua de bronce” de Juan Manuel Roca, y la condena del mismo en el texto “18 de agosto de 1989” de María Mercedes Carranza. La violencia es, desde la mirada poética, un teatro macabro, una escenificación de la muerte con sus actores que también transcurre en los campos masacrados en el poema “La balada de los pájaros” de Mario Rivero y en la ruta del destierro que es el caso de “Los desplazados” de Héctor Rojas Herazo, poema este que completa el teatro trágico de la violencia en Colombia. Trágico porque se rige por un sino, un hado, una fuerza desconocida que obra irresistiblemente sobre los dioses, los hombres y los sucesos. Como si no tuviéramos la oportunidad de revertirlo.