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El rey loco y su ventrílocuo masa

Beatriz Vanegas Athías
15 de septiembre de 2020 - 05:01 a. m.

¿Cuáles son las circunstancias que llevan a un presidente a fungir como ventrílocuo? ¿Qué ruptura se produjo en su interior para subestimarse al punto de no producir una idea propia y cultivar en cambio el servilismo? Me hago esas preguntas con más incertidumbres que certezas. Pero las posibles respuestas tienen (tal vez) que ver con aquella caracterización que hiciera José Ortega y Gasset del hombre masa. Ese cuya existencia humana trata de sobrevivir, de copar la agenda con actividades y experiencias sin asumir un compromiso con la sociedad y su constante transformación. Así Iván Duque. Un hombre masa, no sólo metafórica, sino literalmente.

A la par de la masificación entendida como crecimiento de la población, aparecen en países como Colombia, sociedades en las que no son prioridad la batalla por los grandes ideales o una reflexión profunda sobre las nuevas maneras de vivir, las nuevas formas de familia, etcétera; mucho menos el interés para transformar la sociedad. Iván Duque es un ventrílocuo masa del Rey loco apresado en su hacienda infinita. Aquel preso encarnizado desde hace veinte años con una sociedad de hombres masa, que ha sido incapaz de dar vigor o fuerza a sus comunidades para avanzar; sólo las retrotrae, las ha estancado o aniquilado como ha ordenado desde su Tuiter en una franca violación de la Constitución y las leyes.

Perdido el Rey loco en su afán de sostenerse en el poder, sabe que aún hay vestigios de una sociedad masa, una sociedad livianita, donde reina la trivialidad y el cultivo de las ideas parece un estorbo. Entonces se afianza en el único discurso que conoce porque su imaginación fascista no es que le ayude mucho y crea ventrílocuos como Iván Duque sin sensibilidad, mezquino, mediocre, perdido también en el desgobierno y aferrándose al accionar de la bala; se reconoce (aunque no lo diga con palabras) como “un fascista más” y, sin embargo, eso no le provoca angustia, por eso se niega a reformar una institución como la Policía de la que ya no hay duda que está formada, no para salvaguardar a los colombianos, sino para asesinarlos; por eso es incapaz de dar un discurso que ayude al duelo de los trece jóvenes asesinados la semana pasada en Bogotá; por eso está dejando morir a millones de colombianos de física hambre debido a la quiebra económica que pudo evitar y no lo hizo.

Imaginemos a un Iván Duque como un hombre social (no ventrílocuo masa) capaz de entender que sólo la cooperación nos liberará de problemas que exigen una respuesta común (la violencia, la desigualdad, el cuidado de los animales y del medio ambiente y el derrumbe del Estado de derecho) Entonces el ventrílocuo-masa del Rey loco, no lo sería si hubiera experimentado en carne propia el hambre, la muerte indigna en una masacre que han vivido generaciones de colombianos. Pero es su destino es seguir la tradición de quien le da discurso sin cuestionarlo, porque está ahí en la Presidencia sin esfuerzo propio, porque sus padres lo quisieron y porque el Rey loco apresado en su castillo de mil quinientas hectáreas lo eligió.

COLETILLA: Gracias sigan cayendo sobre la alcaldesa de Bogotá Claudia López, quien intenta con uñas y dientes defenderse de la arremetida del Rey loco y su ventrílocuo-masa. Cero y van dos ganadas por Claudia López: el cuidado para sus gobernados durante la pandemia; y su férrea posición de escoger la paz y la solidaridad con los dolientes de los asesinados; por llamar a los hechos por su nombre, por no dejarse masificar.

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Jorge(66737)15 de septiembre de 2020 - 10:03 p. m.
El rey loco, o mejor el que se hace el loco, en su condición de meretriz de la política prostituyó a Duque un inepto, ignorante y descriteriado con una pensión vitalicia y lo puso a su servicio como a tantos que hoy pagan sus delitos en cuerpo ajeno en silencio o huyendo para que el amo no los neutralice. Colombia y sus instituciones son un lodazal de corrupción y de indignidad.
Jaime(96560)15 de septiembre de 2020 - 08:56 p. m.
Decían que Duque era bonachón, no lo creo, ninguna buena persona se pone al servicio de un genocida.
  • Usuario(51538)15 de septiembre de 2020 - 11:18 p. m.
    ¿Bonachón, don Jaime? Ese horrible individuo es un cínico, un miserable hipócrita, acomodado y solapado. Qué desgracia para este pobre país tener sentado en el solio presidencial a semejante badulaque.
-(-)15 de septiembre de 2020 - 11:24 a. m.
Este comentario fue borrado.
Fernando(70558)15 de septiembre de 2020 - 09:10 p. m.
Hizo bien la alcaldesa al desenmascarar el golpe de estado que se gestó en su contra, simplemente por no estar en el círculo de los favoritos de nuestro incapáz presidente. Lástima que en el acto de "reconciliación y perdón" q' convocó, haya bajado esas banderas arrodillando a las víctimas sin retomar su mando ante la policía y en menos de 1 hora repitieran las tropelías sus "subordinados"
Camilo(gibaw)15 de septiembre de 2020 - 01:05 p. m.
Considero que la columna le hace falta mas desarrollo, mas trabajo a las ideas presentadas: la metáfora del rey loco y el símil del ventrílocuo. La falta de horas-hombre se nota en la inclusión forzada de la coletilla. Es evidente que este último segmento debió ser incluido y desarrollado dentro del texto principal. Faltó tiempo.
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