“¿Qué esperamos, reunidos en el ágora? / Hoy llegan los bárbaros. / ¿Por qué tanta inacción en el Senado? / ¿Los legisladores ya no aprueban las leyes? / Hoy llegan los bárbaros. / ¿Qué nuevas leyes puede aprobar el Senado? / Cuando lleguen, ellos harán las leyes. / “.
Presidente Petro: imagino que ha leído este poema del autor griego Constantino Cavafi. Si no ha sido así, lo invito a leerlo. De esos bárbaros que habla el poeta está usted rodeado. A veces, dentro de usted habita uno. A esos bárbaros hay que saberlos enfrentar. Usted lo ha hecho con inteligencia y honestidad a lo largo de su carrera política, ahora que por fin le dieron una tregua y pudo ser presidente de esta República anacrónica que daba por sentado que el poder sólo podía estar en manos de los herederos del Frente Nacional, no permita que su bárbaro interior y los que llegaron para quedarse destruyan el sueño.
Hay a su alrededor (como es tradicional en un gobernante, pero hacia usted de manera más enfática) un tumulto de bárbaros y abundante escasez de lealtades. Está probada la inteligencia que ha empleado durante estos primeros diez meses de gobierno y que tan buenos resultados ha arrojado a nivel internacional y así como se ha constituido un líder en Latinoamérica que no asume la tradicional postura servil de anteriores presidentes colombianos; igualmente es un líder local que dignifica al campesinado y a la clase media con la reforma laboral y de la salud en curso.
Venimos de décadas de distopías promovidas por gobiernos de guerra, hambre y corrupción. Bárbaros expertos en acumular poder para poder humillar, mas no el poder para servir. Las peleas con esos bárbaros (la prensa pagada, la derecha infame), pienso, son necesarias al calor de la serenidad y de la escogencia de una guardia probadamente leal y aún así, habrá un bárbaro infiltrado. A esa guardia hay que reunirla y unificarla en medio de la diversidad propia de un partido de izquierda que sí se permite el debate y no es servil. Esa es una ventaja, pero en tiempos de bárbaros mediáticos puede ser un disparo al pie.
Hay millones de colombianos subidos en la nave del cambio así estemos rodeados de bárbaros, pero también hay millones que han vendido su espíritu a esos bárbaros que se preguntan como Cavafi: “¿Qué haremos ahora, sin bárbaros? / Esa gente, al menos, era una solución. /”. Que dejen de ser considerados una solución sería una de las utopías. Y para ello, conviene, presidente Petro, que dejen de necesitarlos. Y usted lo está logrando, sólo es apretar unas tuercas para que la nave llegue a muchos puertos sin que sea atacada por los bárbaros. Seguimos en la nave.
COLETILLA: Es esta mi última columna en El Espectador. Agradezco a Fidel Cano este espacio que tuve durante cinco años y medio. A los lectores, nos seguimos oyendo en la poesía, en la novela, en la vida.