Después de un año en que pasamos desde sequía e incendios forestales hasta lluvias e inundaciones, tanto el Gobierno Nacional como el distrital siguen titubeando para tomar medidas sobre el recurso más importante para la vida: el agua.
Colombia es un país abundante en agua. Desde las montañas a los valles y las selvas, este recurso abunda ya sea en forma de lluvia, ríos o lagos. Por esta razón es claro que, cuando en un mismo año hemos estado en racionamiento seguido de lluvia a cántaros, el problema no es la escasez del agua, sino su mala administración.
Empecemos con la medida más reciente de la administración distrital. A pesar de que estamos a punto de iniciar los meses secos del año, el alcalde Galán anunció que levantará el racionamiento durante las fiestas navideñas, una medida populista que refleja la falta de preocupación por el problema estructural del abastecimiento de agua de la ciudad.
Tal vez la mala memoria nos impida recordar que en enero de este año los cerros estaban ardiendo. En ese momento se habló de la importancia de reemplazar paulatinamente el pino y el retamo espinoso, especies foráneas altamente inflamables en temporadas de sequía y que incrementan la sequía del suelo. Dado que Bogotá atraviesa temporadas secas anualmente entre diciembre y abril, parecería razonable este reemplazo de especies. Valdría la pena preguntarle a la administración distrital si este año se avanzó en la reforestación de los cerros orientales y sobre todo si aprovechó la temporada de lluvias para hacer la siembra de especies nativas que no faciliten los incendios forestales que suceden cada tanto en la ciudad.
A nivel nacional el problema es mucho más grande, porque tiene que ver con el uso del agua en las industrias y el sistema productivo del país. El 4 de diciembre los medios El Espectador, Vorágine y CONNECTAS publicaron una investigación conjunta titulada “Agua por ultra procesados: un mal negocio para América Latina”. Allí se revela que en Colombia y en toda América Latina las industrias consumen grandes volúmenes de agua prácticamente gratis, especialmente las mega fábricas de alimentos procesados.
En otra investigación de CONNECTAS, leemos acerca de un caso que es emblemático en Colombia, pero que no es el único: la planta de CocaCola en el municipio de La Calera. En esta publicación revelan que esta planta tiene autorización de extraer 3,23 litros de agua por segundo para embotellarla para su marca Manantial, mientras que la población de este municipio tiene racionamientos tan prolongados que debe comprar agua para consumo doméstico por fuera de la red de acueducto.
Esto no es un problema de los gobiernos actuales, pues las concesiones de agua entregadas por las Corporaciones Autónomas Regionales son de vieja data y debieron ponerse en cintura hace muchos años. Sin embargo, teniendo un diagnóstico claro sobre la escasez de agua y los problemas adicionales a cuenta del cambio climático, ni el Gobierno Nacional ni los locales parecen tener algún tipo de plan para hacer que las empresas privadas que se están aprovechando de precios ridículos de este preciado líquido cumplan con normas razonables.
Según la investigación de CONNECTAS, “las sumas que pagan las empresas por sus operaciones no compensan el efecto sobre los caudales. El caso más extremo es el de la fábrica de Coca-Cola en Cali (Valle del Cauca), que en 2016 pagó solo 4.000 pesos (US$ 0,95) por la concesión de agua subterránea. En ese momento, el contralor de esa ciudad para la época, Ricardo Rivera Ardila, lamentó que el gobierno regional ni siquiera supiera cuántos metros cúbicos de agua gastaba la empresa”.
Mientras las industrias (no solo de alimentos, sino agrícolas o de producción de flores) siguen consumiendo más agua que los mismos municipios junto a los que se ubican, los gobiernos suavizan el tema con campañas tibias de ahorro de agua, que le ponen toda la responsabilidad del consumo a los ciudadanos. Mientras tanto, los embalses siguen sin recuperarse y pronto entraremos en una nueva temporada seca. ¿Estamos listos para los soles de enero que provocan los incendios de los cerros orientales y de la sabana cundiboyacense?