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Los avances del Regiotram y el metro son buenas noticias para la capital y nos indican el camino para mejorar la movilidad, así aún falten varios años para que los veamos rodando.
La semana pasada Bogotá y Cundinamarca recibieron dos buenas noticias en materia de movilidad. La primera fue la presentación de los trenes del Regiotram de occidente; la segunda, la autorización del gobierno nacional para un crédito de 50 millones de dólares que financiará la segunda línea del metro de Bogotá.
La capital está siempre en el podio regional y mundial de las ciudades con peor movilidad, aspecto que afecta la calidad de vida de los bogotanos, especialmente a las personas de menores ingresos. Por eso estas dos noticias nos deberían dar aliento y sacarnos del negativismo crónico rolo del que “hace más de una década Bogotá no logra salir de su estado de anomia”, como lo dijo la columnista Lariza Pizano.
Por una parte, el Regiotram va a conectar a Bogotá con Funza, Mosquera, Madrid y Facatativá, municipios donde viven muchas personas que se desplazan a la capital por razones de estudio, trabajo y salud. Según lo dijo el gobernador Jorge Rey, se va a disminuir el tiempo de viaje desde Faca de más de dos horas a 40 minutos. Los demás beneficios son evidentes: menos liberación de CO2, mayor comodidad, más seguridad y un sistema de transporte más confiable que lo que hay actualmente.
En cuanto a la financiación de la segunda línea del metro, la noticia también es importante porque por fin le dará un medio de transporte digno a los habitantes de las localidades de Suba y Engativá, que suman alrededor de dos millones y medio de personas, y que hoy en día tienen que sufrir los trancones y el servicio insuficiente de Transmilenio.
Por supuesto, aún hace falta mucho tiempo para que veamos rodando tanto el metro como el Regiotram, y son muchas las cosas que pueden salir mal, especialmente en materia de corrupción o peleas políticas.
Por esta razón estas dos noticias nos deberían llevar a los ciudadanos a construir un consenso tanto técnico como político sobre un problema que está hiperdiagnosticado. La Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca necesita un sistema integrado de transporte que incluya todos los medios posibles, desde el metro, el Transmilenio y los buses, hasta las bicicletas y los cables, e incluso la posibilidad de caminar de manera segura .
Demos por superada la discusión politizada de si Transmilenio es mejor que el metro, si el tranvía es mejor que los buses o si la vía es de los carros o de los ciclistas. Ningún medio es mejor que el otro, sino que todos deben complementarse para ofrecer posibilidades de movilidad eficientes, dignas, económicas, limpias para la mayor cantidad de ciudadanos, y de fácil acceso sin importar su capacidad económica.
Ojalá con estas dos noticias podamos superar por fin las voces de líderes políticos que se opusieron férreamente al metro y a los trenes, y que entorpecieron durante años su implementación, con argumentos como que los buses “hacen lo mismo pero más barato”, o “los costos de inversión del sistema con base en buses son menores”.
Esperamos también que se dé por terminada esa pelea del metro elevado vs. subterráneo que ha enfrentado al Gobierno nacional con el distrital, porque para construir la infraestructura que necesitamos se requiere coordinación y trabajo en equipo de los dos.
Así el metro y el Regiotram estén lejos en el horizonte, nos están indicando claramente hacia dónde debemos ir para mejorar la calidad de vida de Bogotá y sus municipios aledaños. Ya que el panorama está claro, no nos dejemos desviar.
