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Humanizar las urbes

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Blanca Inés Durán
26 de junio de 2025 - 05:00 a. m.
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¿Estamos condenados a que las columnas del metro y las estaciones se llenen de habitantes de calle, vendedores ambulantes, y que se conviertan en baños públicos?

Una de las quejas en contra del metro elevado que se construye en Bogotá es que sus columnas se van a convertir en botaderos de basura, lugares ocupados por habitantes de calle o espacios para el comercio informal.

La preocupación es justa, ya que eso mismo ha pasado en otros lugares. Dentro de los referentes de los y las bogotanas, pasar por debajo de un puente es arriesgarse a ser atracada o violada. Además, la mayoría de estos sitios apestan porque son usados como baños públicos.

¿Significa esto que el metro elevado va a aumentar la inseguridad? ¿Estamos condenados a habitar entre la insalubridad, los malos olores y los espacios ocupados por la delincuencia? ¿Se disparará esto cuando el metro empiece a funcionar y las columnas y estaciones estén abiertas a todos?

Cada vez que vemos que un espacio es colonizado por los vendedores informales, por los habitantes de calle, o por el crimen organizado, no estamos solo frente a un problema urbanístico o de infraestructura, sino a una manifestación de una sociedad excluyente, que no es capaz de integrar ni social ni económicamente a una gran parte de la población. Recordemos que, según el DANE, en Bogotá alrededor del 36% de los trabajadores son informales, por lo cual es apenas obvio que la gente que no encuentra empleo formal va al “rebusque”, porque la alternativa es morir de hambre.

Pensemos ahora, por ejemplo, en los túneles de las canalizaciones que se encuentran a lo largo de la avenida NQS o en la Boyacá habitan personas, algunos consumidores de droga, otros recicladores, otros raponeros que roban autopartes, celulares, relojes y otros elementos de ocasión entre los trancones. El hecho de que transcurran sus vidas en estos túneles, que los veamos sólo cuando ocurre un robo, no quiere decir que no sea un problema social y de seguridad que debamos atender.

Miremos dos ejemplos: el metro de Wuppertal, en Alemania, es una muestra de ello. Este monorriel colgante es uno de los más antiguos del mundo, y tiene una belleza que le da carácter a su ciudad, además de seguir siendo útil y práctico, pues alrededor de 80 mil personas lo usan al día. Por el contrario, el metro de Nueva York, que es subterráneo, se ha ganado su fama de ser un lugar lleno de basuras, afectado por las inundaciones, los malos olores, los colados, y plagado de criminales que roban a locales y turistas, ya sea a punta de cosquilleo o de maneras violentas.

En lugar de echarle la culpa a las columnas y estaciones elevadas del metro de Bogotá, y hacer una profecía autocumplida de que se llenará de indigentes y ladrones, deberíamos preguntarnos qué es lo que está pasando en nuestra sociedad, qué genera tantos excluidos del sistema y por qué razón hay tantos asentamientos en los cuales las personas viven y subsisten en condiciones indignas.

Por ejemplo, en el Octavo Censo de Habitantes de Calle, del cual El Espectador hizo un reportaje el 14 de febrero, reveló datos interesantes sobre el fenómeno de la vida en calle. En este estudio se encontró que de las 10.478 personas censadas, no todas viven en la calle por problemas con las drogas. Un factor importante son los conflictos familiares que empujan a las personas a perder su hogar.

Muchos bogotanos creen que esta ciudad está condenada a vivir entre las basuras, a que el drama humano que viven los habitantes de calle sea solo parte del paisaje, a que haya lugares prohibidos para los transeúntes ya sea por riesgo a que lo atraquen o por los malos olores. No perdamos la capacidad de pensar en una Bogotá amigable, caminable y segura. Sin embargo, los problemas no se pueden abordar sólo desde lo urbanístico y la infraestructura. Lo más lógico es empezar por la política social y la inclusión económica, para dignificar la vida en las ciudades.

Blanca Inés Durán

Por Blanca Inés Durán

Bogotanóloga, ingeniera industrial y gestora pública.
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Maria Diaz(94539)28 de junio de 2025 - 04:58 p. m.
Vivo en NY hace algo más de 30 años y lo que usted describe del metro es totalmente erróneo por no decir que mentiroso,sobre todo después de la administración Guliani.
Gines de Pasamonte(86371)26 de junio de 2025 - 07:05 p. m.
Estoy, estamos esperando el comentario sensato de alguien que conoce y le duele Bogotá: OLEGARIO.
JORGE PEREZ(70694)26 de junio de 2025 - 02:11 p. m.
Mal ejemplo comparar a Wuppertal con, que se yo, un millón de habitantes?, con New York con sus más de quince millones.Algo se podrá hacer pero el metro elevado convertirá irremediablemente la Caracas y la primero de Mayo en un gigantesco ghetto!!!
Rosdel(57807)26 de junio de 2025 - 01:08 p. m.
Dignificar la vida de los excluidos, es la mejor propuesta, ahora cómo, qué se haga con Honestidad con Mayúscula.
David Valencia Cuellar(0vhxw)26 de junio de 2025 - 07:22 a. m.
Buena columna doña Blanca.
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