El concejal influencer Daniel Briceño propone un recorte presupuestal que acabaría con entidades clave para fomentar la educación, la investigación científica y mejorar el transporte. ¿Qué impacto puede tener esto para la ciudad?
“Presentamos un proyecto para eliminar cuatro entidades en Bogotá. Suprimiendo el IDEP, ATENEA, La Rolita y Ágata, la ciudad se ahorrará 100.000 millones en funcionamiento”, escribió en su cuenta de X el concejal Daniel Briceño, orgulloso de su proyecto para reducir los costos de la ciudad.
Lo que no nos cuenta Briceño en sus redes sociales es que, al eliminar estas entidades, que han demostrado resultados extraordinarios, también desaparecerán los beneficios que éstas le traen a los capitalinos.
Empecemos por La Rolita, la primera operadora de transporte público que hay en Bogotá. Gracias a ella el Distrito conoció por fin los costos reales de operación del transporte público de la ciudad, información clave para poder romper con el monopolio de operadores privados de transporte y exigirles mejor calidad tanto de servicio como de tarifas.
Hoy La Rolita cuenta con 17 rutas que maneja de forma impecable. Los 500 buses eléctricos, que reducen las emisiones en la ciudad, son conducidos en su mayoría por mujeres y varias de ellas son cabeza de familia. Sus rutas benefician alrededor de 54.000 ciudadanos en localidades como Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar. ¿Qué va a pasar con esas personas que usan este servicio si se elimina La Rolita? Les tocará usar transporte ilegal, mientras se le entregan las rutas a una empresa privada.
Por su parte, las agencias Atenea y Agata, en apenas cuatro años de creación, se han convertido en las herramientas que faltaban para impulsar la ciencia, la tecnología y la educación.
A través de ATENEA el distrito hace convocatorias para que los jóvenes de la ciudad accedan a educación superior. Según esta agencia, ya son más de 37.000 beneficiarios en programas técnicos, tecnológicos y de educación superior, con énfasis en la educación “STEAM” (ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas, por sus siglas en inglés).
En plena era de la información, donde los datos valen más que el petróleo, el concejal Briceño piensa que deberíamos acabar con Agata porque “eso para qué”. Esta entidad se encarga de analizar los datos que producimos todos los ciudadanos para generar una mejor relación con el gobierno y aumentar la participación y el diálogo.
Briceño se ha mostrado en medios de comunicación como una revelación de la política, un joven que logró llegar al Concejo de Bogotá a través de las redes sociales, sin reuniones políticas, sin política tradicional, un verdadero político de opinión. Sin embargo, es evidente que llegó a la corporación de la mano de Emel Rojas, concejal cristiano durante casi diez años, del quien fue su asesor. Rojas fue uno de los 44 concejales que votaron a favor del plan de desarrollo que incluía la creación de estas entidades, que han sido revolucionarias para la ciudad.
¿Por qué el concejal Briceño le parece hoy que estas entidades son un gasto, si su antiguo jefe votó a favor de su creación? Emel Rojas nunca cuestionó el costo de La Rolita, por el contrario, en julio de 2023 en sesión del Concejo, la apoyó porque “se creó para romper con el oligopolio privado que tanto daño le ha hecho a la ciudad, del modelo Transmilenio, del modelo de la privatización en transporte público”.
Parece que a Briceño no le gusta lo que antes sí le gustó, pero su propuesta parece más una movida para mojar prensa. El concejal sabe que el único que puede modificar la estructura del distrito es el gobierno distrital, es decir, esta propuesta tendría que venir del alcalde Galán. ¿Será que el concejal le está haciendo el trabajo sucio al alcalde al cuál no le ha hecho control político? Eso sí, se la pasa criticando al presidente Gustavo Petro, como si su cargo fuera congresista y no concejal de Bogotá.
El buen gobierno no es cortar el presupuesto y limitar los gastos, al estilo en que lo están haciendo Milei en Argentina, o Trump y Musk en Estados Unidos. Pasarle la motosierrra al presupuesto público, mirando solo el Excel, tiene efectos devastadores en la vida real de las personas.
Cortar una casilla en el Excel del presupuesto distrital puede significar que alrededor de 600 empleados de La Rolita se queden sin trabajo, y que a las personas que se benefician de las rutas de buses que operan ya no les llegue el bus. Borrar la casilla de Atenea significa que miles de estudiantes no tengan acceso a educación superior, y borrar Agata puede retrasarnos años en materia de gobierno digital.
Por supuesto que las entidades de gobierno pueden mejorar para ser más eficientes y hacer más con menos presupuesto. Es indudable que son muchos los recursos que se pierden en el sector público tanto por corrupción como por ineficiencia y malos manejos. Pero la eficiencia se logra con mejores controles, más acción ciudadana y con acciones de los entes de control contra la corrupción, no acabando con entidades a diestra y siniestra, mucho menos con aquellas que han demostrado que están haciendo las cosas bien. No volvamos a caer en los discursos de “es más barato y hace lo mismo”.