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Ni aunque se levante a las 5 de la mañana…

Blanca Inés Durán
05 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
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Bogotá (con un índice Gini de 0,54) es una de las ciudades más desiguales del mundo y sus problemas de pobreza e inequidad no se van a solucionar madrugando más.

El índice Gini mide la distribución de recursos en una sociedad. En una ciudad o país donde el índice es 0, quiere decir que todos ganan exactamente lo mismo, y una donde el índice es 1, quiere decir que sólo una persona recibe todos los ingresos mientras el resto no recibe nada. Para entender qué nos dice que el índice de Gini de Bogotá es de 0,54 veamos el siguiente ejemplo.

Supongamos que el ingreso total de Bogotá es de 10 pesos y su población es de 10 personas. Un índice Gini de 0,54 quiere decir que 2 personas se quedan con 5 pesos (la mitad de los recursos), mientras que 3 personas se reparten 3 pesos, y las otras 5 se dividen entre ellos los 2 pesos que quedan, es decir, les quedan a cada uno 0,4 pesos.

El hecho de que el índice de Bogotá se acerque tanto a 1 debería preocuparnos, porque quiere decir que los recursos de la sociedad están muy concentrados en una pequeña parte de la población, mientras que una gran mayoría tiene muy poco.

Pensemos que Bogotá es un cuerpo humano y el dinero la sangre que circula para darle vida a todos los órganos. Si la sangre se acumula en un sólo órgano, el resto va a comenzar a fallar y todo el cuerpo va a colapsar eventualmente. Lo mismo pasa con la desigualdad, entre mayor sea la concentración de riqueza, mayor es la probabilidad de que el cuerpo social -nuestra ciudad- colapse.

Sin embargo, muchas personas y sectores políticos siguen pensando que la desigualdad no es un problema. Al fin y al cabo, “cada uno gana lo que se merece”, “el pobre es pobre porque quiere” y porque no madruga lo suficiente a trabajar, o “la plata está hecha, pero toca salir a buscarla”. Todas estas explicaciones suenan bien como adagios populares, pero se han desmentido una y otra vez a través de investigaciones académicas relacionadas con la pobreza.

Esther Duflo y Abhijit Banerjee, economistas y ganadores del premio Nobel de Economía de 2019, explican en su libro ‘Repensar la pobreza’ que los pobres están sujetos a barreras que hacen muy difícil su vida, y que a pesar de que trabajan mucho más que las personas con más ingresos, son más vulnerables a caer en “trampas de pobreza” de las cuales es casi imposible salir.

“Los pequeños costes, las pequeñas barreras y los pequeños errores en los que nosotros casi ni pensamos, se ciernen sobre las vidas de los pobres” dicen Duflo y Banerjee. No es lo mismo girar el grifo y tener agua potable que tener que cargar un balde de 10 kilos desde la fuente más cercana cada vez que necesites asearte o cocinar. No es lo mismo ir al colegio en una ruta escolar a tener que caminar por horas en caminos rurales para llegar a la escuela de la vereda. No es lo mismo que un seguro laboral cubra tus gastos cuando te accidentas o te enfermas a tener que trabajar con un brazo roto o una enfermedad que no te deja caminar, porque el día que no se trabaja no se come.

Las trampas de pobreza son reales y no se superan simplemente con más trabajo o con madrugar a las 5 (o a las 4 o a las 3 de la mañana). Por el contrario, el trabajo extenuante nos enferma y nos hace más vulnerables a caer en nuevas trampas de pobreza.

Entonces, ¿cómo construir una sociedad más equitativa y con menos pobreza? A través de mecanismos que saquen a las personas de esas trampas y evitar que el cuerpo social colapse.

Los países que han aumentado el bienestar de su población no lo han hecho exprimiendo a los ciudadanos con más trabajo, sino que han incrementando su productividad con políticas públicas para mejorar la educación, el acceso a servicios básicos como el agua potable, el aire limpio, el empleo de calidad, además de recreación, deporte, ocio, seguridad, etc.

La lógica individualista que nos han vendido en las últimas décadas sólo ha demostrado que aumenta la desigualdad y hace más vulnerable al cuerpo social, algunas personas mueren de hambre, la delincuencia aumenta, el respeto por las normas se disminuye y partes completas del cuerpo social mueren.

En cambio, la lógica de la solidaridad, del trabajo colectivo y de potenciación de la diversidad, permiten que la sociedad sea más fuerte. Al igual que en el cuerpo donde cada órgano busca que los demás funcionen bien, de la misma manera es indispensable hacer un trabajo colectivo en el que protejamos a todas las personas de esta sociedad, logremos una mayor igualdad y por lo tanto un cuerpo social más saludable.

En próximas columnas voy a abordar por qué las políticas públicas que aumentan el bienestar (como por ejemplo el sistema del cuidado), son la clave para disminuir tanto la pobreza como la desigualdad en nuestra sociedad.

Blanca Inés Durán

Por Blanca Inés Durán

Bogotanóloga, ingeniera industrial y gestora pública.
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Gerardo(68861)06 de septiembre de 2024 - 11:58 p. m.
Excelente columna.
Dorita(37038)06 de septiembre de 2024 - 11:56 p. m.
Que ilustrativa columna. En verdad que toda Colombia requiere la superación de la pobreza, no es justo que en un país con tanta riqueza en recuerdos naturales tenga a muchas familias pasando hambre y con menos posibilidades de lograr un mejor estándar de vida digna. Este atenta a sus próximas columnas.
Luis(4156)06 de septiembre de 2024 - 05:03 p. m.
Muy buena columna. En éste caso Bogotá es una buena muestra estadística y real sobre la desigualdad en Colombia, pues en ella se mueve el 30% de la economía nacional y se palpa, también, la mayor miseria del país.
Luis(33414)06 de septiembre de 2024 - 03:53 a. m.
Realidad de ka vida. El final será más dramático
Luis(55177)06 de septiembre de 2024 - 03:44 a. m.
Excelente . ¿Tiene alguna publicación para consultar y profundizar en este tema? Por lo pronto quedo pendiente de sus próximas columnas Gracias
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