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Pastillas para la felicidad: salud mental en Bogotá

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Blanca Inés Durán
03 de julio de 2025 - 05:05 a. m.
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La reciente aprobación de la Ley de Salud Mental es un gran avance para que abordemos los problemas psicológicos de manera compleja, y no solo a punta de pastillas.

En episodio 17 de la temporada 20, Lisa Simpson sufre de depresión, así que los médicos le ordenan unas ‘pastillas de la felicidad’. A partir de este momento Lisa sólo puede ver el mundo como una gran carita feliz, aun cuando presencia situaciones terribles e injustas.

Como muchos capítulos de Los Simpson, es una descripción acertada de la realidad. En Colombia, según un estudio de 2023 entre la Secretaría de salud de Bogotá y la Oficina de las Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito (UNODC), el 13 % de los habitantes de Bogotá ha consultado por un tema de salud mental y, de esos, más de la mitad han recibido algún medicamento. Pareciera que la solución más común a los problemas de salud mental en los servicios médicos es dar una pastilla, tal como le pasó a Lisa Simpson.

Pero la pastilla –es decir, la solución farmacológica– no es suficiente para una problemática cada vez más creciente, no sólo en Bogotá, sino en todo el mundo. En nuestra ciudad, más de un millón de personas tienen un riesgo alto de padecer depresión, así que hay que buscar otras soluciones más allá del medicamento.

Por eso, la aprobación de la Ley 2460 de 2025 sobre salud mental, promovida por la representante a la Cámara por Bogotá, Olga Lucía Velásquez, es un gran cambio en la forma como se ven los trastornos mentales en el país. No solo deja de verlos como un problema médico al cuál hay que darles un tratamiento farmacológico, sino que los entiende como un problema biopsicosocial y comunitario. Es decir, si se quieren atender los problemas de salud mental es necesario entender el contexto de la persona afectada, su familia, su comunidad, sus problemas cotidianos y luego sí pensar en el tema médico. Esto obliga a los profesionales de la salud a mirar más allá del individuo y empezar a pensar en comunidades sanas, si se quieren individuos sanos, no se pueden aislar a las personas de sus contextos y creer que la pastilla de la felicidad va a solucionar todo.

Es esa mirada donde el foco se pone sobre el individuo la que ha perdido de vista la importancia de las relaciones comunitarias, de las redes de cuidado que pueden lograr que las personas mejoren gracias a la solidaridad y el apoyo de un entorno saludable, en el trabajo, en el barrio, en el colegio.

Dejar de ver la salud mental como un problema individual que cada persona debe resolver por sus propios medios, a punta de libros de autoayuda y esfuerzo propio es perder de vista que, como seres sociales, necesitamos mucho de nuestro entorno, necesitamos amigos para hablar, familia para compartir las dificultades y comunidad para enfrentar los desafíos que la sociedad nos trae.

Adicionalmente, las afecciones a la salud mental no son ni culpa ni responsabilidad del individuo. Si bien hay factores genéticos, en su mayoría son el resultado del entorno en el que crecimos y el que habitamos. Si seguimos creando ciudades sin espacios verdes, ruidosas, estresantes, peligrosas y sin sentido de la comunidad y la solidaridad, los problemas sicológicos van a seguir en aumento inevitablemente.

Espero que la ley sea entendida en esa dimensión y se logre que cada vez más personas entiendan que el mayor factor protector de salud mental de una persona es que no se sienta sola sino que se sienta parte de una comunidad que lo cobija.

Blanca Inés Durán

Por Blanca Inés Durán

Bogotanóloga, ingeniera industrial y gestora pública.
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Jose Dulcey(91028)03 de julio de 2025 - 09:49 p. m.
Buena parte del problema es el olvido o ignorancia del hecho de que tenemos una parte del Cerebro sin comprender. Es el Cerebro Lìmbico. Fue hecho para sobrevivir y està dotado de herramientas para ese fin, pero es impermeable a la palabra desnuda y esto lo deja por fuera del sistema educativo que usa esas palabras como herramienta de entrenamiento.
Mar(60274)03 de julio de 2025 - 03:39 p. m.
Este artículo de El País, expresa también lo que usted dice en su columna, que cosas que nada tienen que ver con la salud, aunque los síntomas así lo parezcan, son de situaciones cotidianas, que una pastilla no puede resolver. https://elpais.com/sociedad/2025-02-16/pastillas-pastillas-pastillas.html
Mar(60274)03 de julio de 2025 - 03:31 p. m.
Muy cierto, en el País de España leí a un psiquiatra que decía que a la gente la llenaban de pastillas cuando lo que necesitan era poder cubrir sus necesidades más básicas de comida, educación, habitación y entretenimiento, que lo que necesitaban eran tener con qué cubrir sus necesidades, que quién no iba a sentirme mal, si no tenían dinero para nada y que en cambio pensaban que una pastilla iba a cubrir esas carencias.
Gabriel Alberto Niño Niño(40732)03 de julio de 2025 - 01:38 p. m.
Pensar que ud estando a la cabeza del IDRD como sus subdirectores concernidos, NO lo captaron, ni comprendieron ni ESCUCHARON, todo el gigante beneficio que tiene este modelo de la PROXIMIDAD FELIZ o CIUDAD DE 15 MINUTOS incluso en la salud mental. Del cual yo con insistencia he planteado SIN SER OÍDO se comprenda y valore, para sin miopía ni más postergación se desarrolle en Colombia comenzando por BOGOTÁ. Contribuya YA a esa causa en pro de comunidades sanas comenzando por todos los NIÑOS.
Gabriel Alberto Niño Niño(40732)03 de julio de 2025 - 01:19 p. m.
No solamente creando ciudades como Bogotá puntualmente sin espacios verdes, si no también inutilizando o subutilizando muchísimos espacios verdes COMO LO HE DICHO o “GRITADO”, para estimular al máximo y con ello facilitar la práctica organizada del deporte en todas las edades y a todas las horas en la proximidad residencial, así como la integración y convivencia ciudadana, lo cual puede tener perfecto desarrollo a través del modelo de la CIUDAD DE 15 MINUTOS o Proximidad feliz.
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