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Si por acá llueve…

Blanca Inés Durán

14 de febrero de 2024 - 09:00 p. m.

Después de los incendios todos rogábamos en Bogotá porque llegara la lluvia, durante días pedimos que al menos cayera un poquito de agua en los cerros y se apagaran los incendios. Al parecer nuestros ruegos dieron resultados y mucho: ha llovido a cántaros, las calles están inundadas, Transmilenio quedó paralizado.

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A pesar de tener lluvias constantemente, Bogotá no está preparada para ellas. Los mismos sitios se inundan, las mismas calles se colapsan y los mismos problemas aparecen. ¿Qué es lo que estamos dejando de ver y por qué siempre estamos en los mismos problemas?

La gran ventaja de la ciudad suele ser su gran perdición: hemos tenido abundancia de agua desde su fundación, nuestros cerros orientales tienen cerca de 110 quebradas y en la parte baja de la ciudad hay más de 80 humedales, aunque sólo 15 han sido reconocidos legalmente. La zona de la carrera 15 entre 72 y 76 era un gran lago, de ahí que ese sea el nombre del barrio, y la avenida Jiménez era el río San Francisco hasta que fue canalizado y subterranizado. Pero los bogotanos hemos visto esa abundancia de agua como un enemigo del progreso y por eso todas las estrategias estaban encaminadas a secar los humedales y los lagos, canalizar las quebradas y endurecer sus cuencas.

Toda esa pelea con el agua ha llevado a Bogotá a sufrir constantemente de inundaciones de todo tipo porque el agua reclama su lugar. No es un problema sólo de Bogotá y la misma concepción de progreso y desarrollo llevó a las grandes ciudades del mundo a hacer lo mismo. No obstante, parte de esas ciudades han venido entendiendo que, más que un enemigo, el agua es una gran ventaja para la supervivencia urbana y su sostenibilidad. Ahora ciudades como Berlín, Madrid y Singapur están buscando reverdecer o usar formas de retención del agua que permitan convertirla en una ventaja y no en un enemigo.

Una de esas formas de lograr que el agua sea aprovechada son los sistemas urbanos de drenaje sostenible que se basan en la idea de convertir la ciudad en una esponja que absorba el agua antes de que llegue a las redes de alcantarillado, simulando el ciclo natural del agua. Estos sistemas permiten que la cantidad de agua que corre por las calles no sea tan grande porque instala superficies permeables que absorben la escorrentía, previniendo que los alcantarillados se inunden o colapsen. Además, previenen que se contamine por la gran cantidad de basura que las personas botan a la calle y que termina taponando las alcantarillas.

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Los sistemas urbanos de drenaje sostenible permiten que el agua sea reutilizada en sistemas de riego de jardines o parques y evita que se creen islas de calor: lugares que, por el material, ya sea cemento o asfalto, aumentan la temperatura de la zona por encima de los promedios de la ciudad. Reverdecer a Bogotá es urgente y los sistemas urbanos de drenaje sostenible son una alternativa de diseño y construcción del espacio público que puede ayudar a hacer un proceso de mitigación y sobre todo de adaptación al cambio climático. Tal vez sea hora de que el Acueducto de Bogotá piense en integrar el paisajismo, el urbanismo y los diseños verdes a su manejo del agua si queremos evitar de una vez por todas tener los mismos problemas con las lluvias que tanto anhelamos y que ahora, desafortunadamente y como siempre, sufrimos.

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Por Blanca Inés Durán

Bogotanóloga, ingeniera industrial y gestora pública.
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