El IPCC pronosticó que, si los gobiernos no tomaban cartas en los asuntos ambientales, pronto los tribunales lo harían, como atestigua en el Antiguo Testamento la sucesión de libros relativos a la gobernanza del pueblo hebreo, o como Isaac Asimov recrea en Fundación, la historia futurista donde los jueces acaban siendo gobernantes.
Cierto que se abren horizontes promisorios de debate en esta evolución, pero en el ambiente mal polarizado que se ha venido creando se corre el riesgo de reducir las ciencias ambientales a consideraciones jurídicas simplistas, casi religiosas, que dejan de circular por los ámbitos del debate...
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