Volví a las estribaciones de la Sierra Nevada de Chiscas, Güicán, El Cocuy y Chita, 30 años después de haber trabajado en ellas largamente en temas de desarrollo forestal participativo con un gran equipo de profesionales de la U. Javeriana y líderes campesinos. Eran los tiempos del PAFC (Plan de Acción Forestal para Colombia), y entre Colciencias, el DNP y la cooperación internacional (Plan Mundial de Alimentos de la FAO) recorrimos decenas de veredas en la provincia de Norte y Gutiérrez en una conversación crítica acerca del futuro de paisajes rurales espléndidos, pero progresivamente afectados por la escasez de agua, en su mayoría proveniente de las cumbres nevadas que mi colega y también columnista Juan Pablo Ruiz conoce de memoria. Sin un ápice de su capacidad deportiva, llegué jadeando al borde del glacial del Ritacuba… treinta años tarde: donde debería estar su pared brillante de hielo, solo queda un lecho de rocas y el desagüe que llena el río Playitas.
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06 de enero de 2022 - 05:06 a. m.