Me siento obligada a participar en este debate feminista, que por ahora ha tenido más resonancia en España y México que en el resto de Iberoamérica, porque mi cuero está en juego: cada vez que alguien menciona la exclusión como mecanismo de operación política, una sabe que algo huele feo, y que detrás, alguna pretensión de pureza está buscando legitimar agendas. El argumento transexcluyente es que las mujeres que luchamos por el derecho a autoidentificarnos dentro de una sociedad que por siglos solo las definió como vehículo biológico reproductivo o máquina de placer, no somos mujeres. No compartir cierta experiencia o...
Conoce más
