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Tregua con mis colegas columnistas

Brigitte LG Baptiste
17 de enero de 2025 - 05:00 a. m.
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“Invitamos a líderes políticos de diversas orillas y a nuestros columnistas a reconocer algo valioso en aquellos con quienes usualmente están en desacuerdo e, incluso, en confrontación. (...) En la política se combaten ideas, no personas”. Editorial El Espectador (22-12-2024)

Lea todas las columnas del especial aquí.

No puedo identificar algún o alguna colega a quien, por acumulación de discrepancias, debiese proponer una tregua, en el sentido gentil al que nos invita el director de este diario. Dirán de inmediato que es porque soy tibia, tanto, que encuentro buenas y malas razones e ideas en todas las vertientes del pensamiento, en todas las personas, lo cual me crea permanentes conflictos internos, reconozco, pero también claridades: no es profundizando en el debate bilateral donde se producen los hechos creativos, sino sopesando la multiplicidad de voces. Por ejemplo, en las columnas de Mauricio Botero hay una vertiente robusta de pensamiento ambiental, especialmente en términos del manejo de la transición energética, pero una reflexión simplista y a veces displicente acerca de las transiciones identitarias y del cambio cultural; mientras que, en Tatiana Acevedo leo todo lo contrario: una gran sensibilidad social y solidaridad con los grupos sociales afectados por las decisiones de gobiernos y empresas, pero una crítica más visceral que compleja hacia los actores corporativos. Agradezco en ambos sus cuestionamientos, evidentemente motivados por sus maneras de interpretar el mundo, aquello que llamamos ideología (a menudo y equivocadamente con desprecio), es decir que provienen de sistemas de pensamiento basados en valores imposibles de generalizar o imponer a todas las personas, incluso por la fuerza*.

Donde hay procesos complejos aparecen los elementos fundamentales de las controversias que hay que abordar en el momento de tomar decisiones y por quienes tienen esas responsabilidades, que no somos l@s columnistas, algo que a veces los lectores confunden, porque las personas actuamos bajo diferentes marcos institucionales o estatutos de responsabilidad institucional: lo que se habla o escribe como persona no puede ser lo mismo que lo que se habla o escribe como representante de algún grupo, y eso siempre debe ser transparente. Y así con todos los temas y estilos, incluidos los caricaturistas, quienes a menudo son abiertamente insultantes con los efímeros protagonistas de las historias y se escudan en su cualidad de editorialistas gráficos para denigrar de quienes no comparten su lectura del mundo, que, por demás, tiende a profundizar estereotipos banales. Afortunadamente el sentido del humor también se les puede aplicar a ellos…

Escribir columnas es muy satisfactorio con el ego, y un gran privilegio, especialmente en un diario liberal donde no hay tema vedado y nadie repasa con resaltador lo escrito para hacer “recomendaciones”. Pero, al mismo tiempo, es un ejercicio peligroso, pues la posibilidad de expresar abierta y regularmente una idea en una cuartilla implica una posición privilegiada: no es lo mismo vociferar en una plaza pública que en un diario que llega a cientos de miles de personas con solo oprimir una tecla, aunque creamos que la lectura sea un hábito cada vez más anticuado. Más compleja la labor curatorial, que implica complejos balances entre las múltiples orillas, y donde el oído colectivo va determinando la relevancia de cada voz. Me encantan por eso Héctor Abad, Piedad Bonnett o William Ospina, quienes usan su pericia artística literaria para hablar con carácter de lo divino y lo humano, poniendo en palabras lo que cotidianamente nos cuesta a los demás mortales, y sin insultar nunca a nadie. En cambio, me cuestan Ramiro Bejarano o Felipe Zuleta, no porque no esté de acuerdo con sus interpretaciones de lo que llamamos realidad, sino por su estilo pendenciero; un problema estético mío, lo reconozco, que no amerita siquiera el uso de la palabra tregua, que en cambio sí debería ser la estrategia general de las redes sociales, donde se descuartiza al opinador más a menudo que a la opinión, mostrando cómo esta sociedad contemporánea, más que polarizada, está pésimamente educada. Gracias a Fidel por esta convocatoria. Tal vez logre que afile la pluma para ponerle más salero a los debates del futuro…

* Rechazo absoluto al golpe de Estado en Venezuela, al usurpador… y a la tibia posición de Colombia al respecto.

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GONZALO(02bph)19 de enero de 2025 - 11:44 a. m.
Poco valiosa esta columna de opinión.
Mar(60274)18 de enero de 2025 - 12:26 a. m.
Creo que un presidente tiene que cuidar aun más sus palabras. No es lo mismo condenar desde una columna a condenar desde un cargo desde el cual tendrá que seguir tratando al que abusó del poder sin romper las relaciones porque no se trata solo de Petro, detrás de él está todo un País y una frontera de habitantes que convive diariamente con los habitantes de ese otro País y si se pone en peleas los que resultarán afectados son esos habitantes o sea que tiene que ser muy cuidadoso y ser prudente.
Carlos(92784)17 de enero de 2025 - 11:20 p. m.
El Dr Bejarano respetado penalista y buen columnista, se dice defensor de la democracia y de los derechos individuales, pero logro el extraño privilegio de que sus escritos en este diario no pueden ser comentados. No es un derecho la libre opinión??
  • conrado(xybxp)17 de enero de 2025 - 11:39 p. m.
    Era lector de sus columnas ya no.
Felipe(94028)17 de enero de 2025 - 10:13 p. m.
Nada tiene que envidiar la autora en su calidad literaria a otros columnistas, pero siempre es admirable su compromiso con la verdad...y con la duda, que es algo muy meritorio.
HUGO(31598)17 de enero de 2025 - 05:15 p. m.
A Felipe Zuleta por higiene mental no lo leo.
  • conrado(xybxp)17 de enero de 2025 - 11:40 p. m.
    Yo tampoco.
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