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Hoy quiero hablarles de un jugador astuto y con personalidad que ha desarrollado su carrera en una época en la que el fútbol, como dice Valdano, cada vez es más deporte y menos juego de barrio. Un hombre que, paradójicamente, ha sido su propio obstáculo, que pudo convertirse en exjugador tantas veces —y tan temprano—, pero casi siempre fue salvado por su talento. Mucha pasión, poco pensar, la lógica con la que ha hecho las cosas.
Dayro Moreno, con 38 años, está a cuatro goles de convertirse en el máximo anotador del fútbol colombiano. Y en estos momentos en los que está tan cerca de perpetuarse —llegar a 224 anotaciones es algo de mucho mérito— es cuando empezamos a reconstruir historias para contarlas más adelante. Y uno encuentra que desde niño fue irreverente e indisciplinado. Hasta ahí nada fuera de lo normal. Muchos lo han sido.
Y uno sigue buscando y se encuentra con una entrevista de Grueso Calibre en la que Moreno relata sus inicios, los partidos con niños seis o siete años mayores que él, el dinero que le pagaban por jugar con ellos —para la gaseosa—, la candonga que se puso a los 11 muy contra la voluntad de su padre y su llegada a Once Caldas, el club en el que inició y en el que, seguramente, terminará todo.
También la siguiente anécdota: en un entrenamiento le dio por hacerle un gol a Juan Carlos Henao desde la mitad de la cancha y el capitán, que se sintió desafiado, lo encaró y lo bravió. “No me hagás eso nunca más”. Tenía 17 años. Para entonces ya le gustaba la rumba, el alcohol, el ruido. Y ese ritmo lo fue mezclando con los goles. Y en Manizales se le mimó mucho porque no importaba lo que hacía en las noches, sino lo que producía en la cancha del Palogrande.
En Bogotá, recuerdo, se habló mucho de una fiesta de cumpleaños que duró cuatro días, a tal punto de que los vecinos llamaron a la Policía para acabar con el parrandón. Ese año, 2013, marcó 16 goles con el embajador. También le pasó en Nacional con su amigo Macnelly Torres —ambos vallenateros— y por eso la multa que les puso Juan Manuel Lillo. Dayro, hombre de excesos.
Escándalos, muchos. Peleas, también. Hasta una demanda por alimentos que por poco le impide salir del país y una supuesta agresión física contra una de sus exparejas. Y lo más reciente: según el periódico La Patria, Dayro estaría cobrando por las entrevistas. ¡Qué personaje!
Muy a pesar de todo, podría igualar a Sergio Galván Rey, incluso superarlo. Los dos, tremendos killers, pero tan diferentes. Y vayamos más allá: el récord de Víctor Aristizábal y sus 346 goles —el colombiano con más anotaciones en la historia— no se ve tan lejano, pues Dayro ya va por los 330.