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Columna de Camilo Amaya: El hombre de las primeras veces

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14 de septiembre de 2022 - 02:00 a. m.
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Contaba Efraín Forero, a veces con un tono de sencillez, que comenzó en el ciclismo en 1948 cuando trabajaba en la planta de soda de Zipaquirá. Y que lo hizo por una razón alejada al deporte mismo: quería ganar su primera carrera para tener su primer reloj de pulso. Así comenzó esta historia de las primeras veces, con una bicicleta de turismo con guardafango y portapaquetes, pesada, muy pesada.

Al año siguiente, y habiendo dejado de montar durante ocho meses, volvió a participar en la misma competencia que se organizaba para conmemorar la Fiesta de los mártires zipaquireños. Y fue la primera vez que corrió con una bicicleta prestada -más adelante vendrían un par más-, también la primera vez que tuvo que diseñar un manubrio con la chatarra que guardaba en su casa.

De hecho, fue la primera vez que corrió sin frenos. Se los quitó para bajarle el peso a una bicicleta marca “Hércules”. Y ganó con más de siete minutos de ventaja. En 1950 disputó su primera prueba profesional en Bogotá y, valiente y corajudo, sin implementos deportivos -todo había que pedirlos por encargo-, derrotó a los hermanos Gómez, al Chato Ortiz y al Negro Ruiz, que se le burlaron de su camiseta y pantaloneta de futbolista.

Ese mismo año Forero leyó por primera vez la revista francesa Miroir du Cyclisme y se le ocurrió que así como los grandes países europeos tenían sus pruebas, Colombia necesitaba una. Y empezó a buscar patrocinio, y para probar que sí se podía andar por las precarias carreteras viajó de Bogotá a Manizales, descansando en Honda. Y se convirtió en el primer ciclista en subir a más de 3.600 metros (el Alto de Letras). Forero, el primero en demostrar que la geografía también nos une, nos da identidad.

El periódico El Tiempo le apostó a “la gran aventura” y puso mil pesos como principal patrocinador (las inscripciones fueron gratuitas). El 5 de enero de 1951 fue la primera de 10 etapas. El Zipa Forero ganó siete. Y por primera vez un deportista le robó los titulares de la prensa a la violencia bipartidista, y por primera vez el ciclismo fue lo más importante de todo.

“No eran carreteras con piedras y huecos. No. Era un hueco lleno de piedras”, diría el narrador Carlos Arturo Rueda para referirse a los caminos de herradura por los que pasó el lote nacional, sin olvidar la imagen de Forero, bicicleta al hombro, cruzando el río Seco antes de llegar a Honda en la jornada inicial. Una travesía.

Más de 100 mil personas recibieron al Zipa en Bogotá el 17 de enero de 1951, con las uñas de los dedos gordos de sus pies casi cayéndose por los impactos de las piedras luego de 1.157 kilómetros. Forero, con sudores fríos y de placer, se convirtió en el primer campeón de la Vuelta a Colombia, el hombre que, antes que nadie, demostró que el país sí se podía atravesar en bicicleta, que había algo que nos unía a pesar de las diferencias: el ciclismo.

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