Decir que la política y el deporte —en este caso el fútbol— no tienen nada que ver es una declaración tan ligera que lleva a una sola conclusión: no se sabe de política, mucho menos de deporte. “Qué necesidad de politizar un partido de fútbol. Qué necesidad”, aseguró un periodista hace poco de cara al encuentro de ayer en la noche entre Millonarios y Palestino por la Copa Libertadores.
Por eso, que este periodista trate de escindir el fútbol de la política —algo que de por sí es imposible— solo demuestra que no sabe de fútbol ni de política. Seguramente nunca leyó sobre Sócrates y la democracia corinthiana, que no era más que un llamado para que volviera la democracia a Brasil en la década de los 80 y así acabar con la dictadura. Fútbol y política.
Tampoco habrá leído sobre César Luis Menotti —recientemente fallecido— y su concepto del fútbol de izquierda y de derecha, el primero más comprometido con la gente y las causas sociales; el segundo, resultadista y enfocado a potenciar el negocio. Fútbol y política.
O de Carlos Caszely, uno de los mejores futbolistas chilenos de la historia, y el día que le negó el saludo a Augusto Pinochet en el edificio Portales antes del Mundial de 1974. El Chino, coherente con su pensamiento y su afinidad al gobierno de Unidad Popular, crítico con el golpe de Estado a Salvador Allende.
Sigamos: que cada 25 de abril los hinchas de Cosenza, equipo de la segunda división italiana, sacan una bandera para recordar la liberación de ese país del régimen fascista y el fin de la ocupación nazi. “Nuestra mayor victoria”, dijo Paolo Rossi, campeón del mundo en España 1982. Fútbol y política.
Y que hace unos días, el Wrexham ascendió a la tercera división del fútbol inglés. Y la hinchada, conociendo las posturas del jugador irlandés James McClean y a manera de agradecimiento, cantó con él “el odio al maldito rey”. Fútbol y política.
Y siguiendo así se puede recordar el día en el que Didier Drogba, el mejor jugador marfileño de todos los tiempos, detuvo la guerra civil en su país con un mensaje de reconciliación. El futbolista se reunió con los representantes de ambos bandos, logró que se diera un alto al fuego y se consolidara así un solo gobierno. Fútbol y política.
Quizás este periodista no sepa que Palestino es del país con la colonia palestina más grande del planeta fuera del mundo árabe (Chile), que su eslogan es “más que un equipo, todo un pueblo”, y que desde siempre sus directivas han sido críticas con lo que ha vivido la Franja de Gaza, con el genocidio que sufre hoy el pueblo palestino. Fútbol y política.
Y así se podrían llenar páginas de ejemplos. El fútbol y la política tienen —y han tenido— una relación inevitable. Y desconocerla demuestra que este periodista, ni de fútbol ni de política.
PD: Les agradezco a quienes lean esta columna en la web que dejen en los comentarios más historias del fútbol y la política, tantas que hay, pero que por espacio no fueron posibles de nombrar. Gracias.
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