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Hace un par de semanas publiqué una columna reflexionando sobre cómo podemos hacer para dejar de pensar de manera individual y pasemos a pensar de manera grupal o colectiva. En ese enfoque, la idea es que reemplacemos la pregunta “¿cómo voy yo?” por la pregunta “¿cómo vamos todos?”.
Arturo Charria, colega y columnista de este diario, me comentó que la relación entre la constitución de confianza, las decisiones individuales y lo público es la base de la ciudadanía. Me quedé pensando sobre este comentario y, sobre todo, sobre la importancia de crear confianza en una sociedad como la nuestra. Estoy convencido de que en Colombia la falta de confianza en el otro, en los gobernantes, en el país, en fin, en muchas instituciones, hace que partamos de la base de que la gente hace todo mal y que muchos nos quieren perjudicar. Entonces es mejor mirarnos el ombligo, protegernos, pensar sólo en nuestro propio bienestar y olvidarnos del otro.
Rachel Botsman, Ph.D., profesora de la Universidad de Oxford, autora de varios libros y experta a nivel mundial en el tema de confianza, explica cómo esta última hace que las comunidades se sostengan juntas y cómo, cuando se disminuye, tiene un impacto profundo en la cultura, las sociedades y la economía.
La confianza en el otro en Colombia es muy baja, lo cual conlleva a algunos de los males que estamos viviendo. La baja confianza es evidente en la Encuesta Mundial sobre Valores del 2014 (World Values Survey), en la cual les preguntan a los encuestados si están de acuerdo o no con la afirmación “se puede confiar en la mayoría de las personas”. Mientras que en países como Noruega el 58% indica que sí, en Colombia sólo el 4% menciona que confía en la mayoría de las personas.
Por su parte, los resultados de la versión 2019 del Barómetro de la Confianza de Edelman muestran que, si bien en Colombia hay positivismo sobre el futuro, solo el 37% confía en el Gobierno, lo cual incluye las instituciones y los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Con un porcentaje tan bajo de confianza en las instituciones e inclusive menor en las personas, es fácil entender por qué en nuestro país se le da prioridad al pensamiento individual sobre el colectivo. El dato que no encaja en esta ecuación tiene que ver con la proyección positiva de los colombianos en el futuro, pues el 84% de los encuestados piensa que su familia estará mejor en cinco años. De acuerdo con la Dra. Botsman, “la confianza nos permite navegar en la incertidumbre, poner nuestra fe en las personas y dar saltos hacia lo desconocido”, con lo cual, en teoría, un país que confía en su futuro debería confiar en los demás hoy. De lo que podría concluirse que somos más bien un país optimista pero que tenemos que traducir tal optimismo también en confianza para lograr que otras cosas ocurran.
Con frecuencia le digo a mi hijo que el número de personas buenas siempre es mayor que el de personas no tan buenas y que debemos buscar maneras de confiar en la gente. Él me cuestiona con preguntas sobre seguridad en las ciudades y demás. Pero me mantengo en que confío en la mayoría de las personas. La confianza debe ser el principio: debemos partir de la buena fe para permitir que sucedan cosas positivas.
Tal vez ese es un primer paso para tener una sociedad más equitativa y justa: la construcción de confianza. Por supuesto que debemos construir sistemas gubernamentales que funcionen bien y que castiguen con todo el peso de la ley a los corruptos, pero también podemos empezar a construir confianza con acciones desinteresadas y positivas hacia personas desconocidas. Que no se nos olviden nuestros hijos y estudiantes, en cuanto nuestra confianza hacia ellos es el mejor modelo que pueden tener para replicar lo mismo en los demás. Tampoco nuestros maestros y los maestros de nuestros hijos, quienes a diario asumen la apasionante tarea de formar ciudadanos éticos y en nuestra confianza en ellos radica que puedan ser los mejores referentes para sus estudiantes.
Estoy seguro de que en la medida en que todos trabajemos en conjunto para aumentar nuestra confianza, lograremos empezar a cambiar esas actitudes tan individualistas. Creamos en nuestra gente, en nuestro país. El aumento de la confianza nos permitirá enfrentarnos a la incertidumbre como comunidad y construir un país consciente de que lo colectivo trae, sin lugar a dudas, un mejor futuro que el pensamiento individual.
