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Nunca pensé que iba a vivir una época que podría parecerse a una novela distópica. Las personas están distanciadas físicamente, mientras tratan de mantener conexiones a través de la tecnología. Cada quien trata de vivir y acoplarse de la mejor manera posible a esta situación.
Si bien no podemos controlar la situación mundial, sí podemos elegir cómo vamos a enfrentar este reto. Sabemos que es un tiempo difícil, pero es el momento para sacar la resiliencia y el esfuerzo que existen en cada persona. Y seguro que todos tendremos una manera diferente para sacar lo mejor de nosotros.
Sabemos que en estas semanas algunos de ustedes van a tener más tiempo libre. Martin Seligman, profesor de la Universidad de Pennsylvania, nos recuerda que podemos aprovechar esta oportunidad de estar liberados de rutinas y requerimientos convencionales para darles rienda suelta a la curiosidad y la creatividad. En estos momentos la mente no tiene límites y podemos aprovechar la oportunidad para que crezca.
Ojalá se den la oportunidad de aprender nuevas habilidades, incluyendo cocinar u organizar la casa, ensayar actividades diferentes que les interesen, leer, escribir, dibujar y tocar música. De estas prácticas se alimenta el alma y tenemos mucho por aprender y compartir.
Los periodos de aislamiento pueden llevar a creaciones maravillosas. Por ejemplo, en 1665 a Isaac Newton le tocó internarse en una finca en Inglaterra cuando la Universidad de Cambridge cerró por la plaga bubónica. Allá estuvo aislado por más de un año, donde descubrió los fundamentos del color y aportó de manera increíble a la óptica, desarrolló el concepto de la gravedad en los campos de manzanos que lo rodeaban e inventó el cálculo. William Shakespeare también aprovechó esos años para escribir varias de sus obras.
Hace algunos meses presentaba en esta columna el concepto de “cómo vamos todos”, donde debemos pensar en contribuir a la sociedad de la mejor manera que podamos, pensando en el colectivo y no solo en lo individual. El primer paso donde todos podemos contribuir es quedándonos en casa. Allí ayudamos a que el virus se mantenga contenido y su crecimiento no siga aumentando.
También hemos visto grandes gestos de generosidad y solidaridad por parte de empresarios, jóvenes, niños y personas del común que buscan ayudar a otros. Por ejemplo, existe una iniciativa en Facebook llamada Aquíestamosparati, que busca ofrecer herramientas y actividades pedagógicas para padres de familia y niños. Está creada por un grupo de educadoras que quieren contribuir en esta situación.
Y todos tenemos algo que dar. Puede ser leer un cuento, compartir nuestro mercado, donar tiempo o recursos a fundaciones sin ánimo de lucro, entre otras. Todo eso, desde nuestras propias casas. Si entre todos buscamos servir o ayudar a otras personas, seguro que podemos ir fortaleciendo nuestro tejido social para que cuando termine esta pandemia estemos mucho más sólidos y cercanos como sociedad.
De ahí viene el concepto de “cadena de favores”. Si yo hago algo bueno por otra persona y esa otra persona hace lo mismo, todos en la sociedad nos veremos beneficiados de esta cadena. A la larga vamos construyendo el capital social que ayuda a que cualquier grupo mejore cada día. Les dejo ese reto: toquemos a una o más personas cada día con acciones donde les mejoremos su vida. Entre todos podemos aportar a nuestra sociedad de la mejor manera durante este tiempo de aislamiento, pasando de un mundo distópico a un mundo de conexión y construcción colectiva.
