El miedo nos está dominando y no nos deja avanzar. Hoy las personas piensan que el mundo es más peligroso, más pobre y menos saludable de lo que realmente es. Así lo demuestra Hans Rosling, en su libro Factfulness, argumentando que la mayoría de los seres humanos tenemos una visión equivocada del mundo que nos rodea. Esto se da porque nuestras mentes están ocupadas por el miedo y no les damos espacio a los hechos o datos que demuestran que el mundo está cada vez mejor.
La desinformación y la información sin evidencia también generan gran incertidumbre. Esto es visible a través del efecto de los medios y las redes sociales en nuestras vidas. Tenemos que procesar una serie de emociones que hacen que nuestra perspectiva en la vida sea aún más compleja. Y allí está el miedo como una de las emociones más dañinas. Un ejemplo claro fue la situación que se vivió en Bogotá durante el toque de queda de hace unas semanas. Las noticias que se replicaban generaron una gran incertidumbre y miedo que llevaron a muchas personas a organizarse con palos y lo que tuvieran para defender sus propiedades. Al final, no existió esa situación de ataque que se creó.
Por supuesto que en Colombia todavía hay muchos temas por resolver, pero hay estadísticas que nos deben dar mucha esperanza y que nos demuestran que estamos mejor ahora que hace varios años. Solo por poner algunos ejemplos, estamos viviendo en un país que tiene las tasas más bajas de homicidios y de secuestros en los últimos 50 años. Un país cuyo nivel de pobreza lleva bajando en los últimos 17 años y cuya economía es estable.
Proyectándonos hacia adelante, vale la pena escuchar al futurista Peter Diamandis, quien afirma que la interacción entre el poder computacional y la humanidad está generando un mundo donde muy pronto no habrá hambre, ni falta de acceso al agua potable; donde tendremos acceso universal a energías limpias y a educación, y donde la expectativa de vida en el futuro cercano se acercará a 100 años por los avances en medicina. Es decir, un mundo mucho mejor del que jamás se haya visto en la historia de la humanidad.
Pero ¿cómo podemos movernos para tener una visión más precisa de lo que hay a nuestro alrededor? La respuesta está en ser conscientes del miedo y aprenderlo a manejar, de lo contrario no vamos a poder resolver asertivamente los desafíos que tenemos por delante.
El ser conscientes de que el miedo está presente nos ayuda a abrir la cabeza para entender las situaciones de una manera más amplia. Es ir más allá de la emoción e incorporar elementos racionales a la discusión. Cuando logramos domar el miedo, podemos entablar una conversación real que genera confianza y se centra en los temas principales que tenemos que discutir: cómo bajar la corrupción, cómo aumentar acceso a la educación para todos, cómo generar un sistema pensional viable y sostenible, y cómo garantizar que tengamos todos los ciudadanos actuales y futuros un ambiente sano.
Estas últimas semanas han generado procesos profundos de reflexión sobre Colombia. Algunas personas decidieron llevar su descontento a las calles y por medio de marchas mostrar que quieren un cambio. Por otro lado, otras personas decidieron mostrar su contribución al país continuando con sus labores diarias, trabajando y aportando desde esa otra perspectiva. Sin importar en cuál grupo nos encontremos, creo que el objetivo de todos es igual: pensar y contribuir para que en el futuro haya una Colombia mejor.
Estamos arrancando desde posiciones opuestas: unos que creen que muchas cosas están mal y otros que consideran que las cosas van mejorando. Ojalá estas discusiones se den no desde el miedo y la desconfianza sino desde la racionalidad y el uso de datos y evidencias. Este puede ser un punto de partida en la conversación para que de ahí nos podamos poner de acuerdo como sociedad en los valores básicos, las acciones individuales y unas metas comunes desde donde todos podamos construir en conjunto.
