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El poder del discurso en la salud mental infantil y juvenil

Camilo Camargo
03 de octubre de 2024 - 05:05 a. m.
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En la actualidad, la salud mental ha tomado una relevancia sin precedentes, no solo en los adultos, sino especialmente en niños y adolescentes. La pandemia global, el aumento en el uso de dispositivos electrónicos y la sobreexposición a información, muchas veces negativa, han llevado a un incremento significativo en los problemas de salud mental entre los jóvenes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que uno de cada seis adolescentes entre 10 y 19 años sufre de trastornos mentales. Esto se refleja en el aumento de diagnósticos de ansiedad, depresión y, en casos extremos, en el aumento de intentos de suicidio. La situación es alarmante y exige acciones concretas por parte de los padres, educadores y la sociedad en general para ofrecer un ambiente que favorezca el desarrollo emocional y psicológico saludable de los más jóvenes.

Diversos estudios e investigaciones señalan que para promover una buena salud mental en los jóvenes es esencial trabajar en cuatro grandes pilares. El primero de ellos es la regulación emocional, una habilidad que les permite manejar y comprender sus emociones de manera adecuada, lo cual es clave para evitar que situaciones cotidianas generen estrés crónico o angustia. En segundo lugar, los hábitos saludables, que incluyen aspectos como el sueño, la alimentación balanceada y la actividad física regular, son fundamentales para un equilibrio físico y mental. Se ha comprobado que dormir bien y tener una dieta adecuada influye directamente en el estado de ánimo y la capacidad cognitiva. El tercer pilar son las relaciones positivas con amigos, familiares y la comunidad, las cuales fomentan un sentido de pertenencia y apoyo emocional que protege contra la soledad y el aislamiento. Finalmente, el cuarto pilar es el pensamiento positivo, es decir, cultivar una visión esperanzadora del mundo y de sí mismos, lo cual es esencial para la resiliencia y el bienestar general.

Sin embargo, el ambiente actual en el mundo, y en particular en países como Colombia, se caracteriza por un discurso público cargado de negatividad, temor y paranoia. Los medios de comunicación y los políticos a menudo transmiten un mensaje constante de crisis. Se habla de amenazas inminentes, como asesinatos, golpes de Estado, y la supuesta caída inminente de la sociedad. Este tipo de narrativas, que promueven la idea de que el mundo es un lugar peligroso y hostil, no solo generan miedo en los adultos, sino que tienen un impacto devastador en los niños y adolescentes que están en plena formación de su identidad y percepción del mundo.

En un país como Colombia, donde la historia reciente está marcada por la violencia y la inseguridad, es comprensible que muchos adultos adopten una visión del mundo como un lugar peligroso. No obstante, debemos cuestionarnos si esta perspectiva es beneficiosa para las nuevas generaciones. Esta es precisamente la cuestión que aborda el artículo de Jeremy D.W. Clifton y Peter Meindl, “Parents think—incorrectly—that teaching their children that the world is a bad place is likely best for them”, publicado en The Journal of Positive Psychology en 2021. Según los autores, muchos padres creen que preparar a sus hijos para un mundo lleno de amenazas y peligros es la mejor estrategia para protegerlos. Sin embargo, el estudio revela que inculcar una visión negativa del mundo no solo no protege a los jóvenes, sino que, por el contrario, está asociado con peores resultados en términos de salud mental.

El estudio de Clifton y Meindl analizó lo que llaman “primal world beliefs” o creencias primarias del mundo, es decir, aquellas creencias fundamentales que las personas tienen sobre el carácter básico del mundo, como si es un lugar seguro o peligroso. A través de una muestra de más de 4.500 personas, los autores encontraron que aquellos individuos con creencias negativas sobre el mundo (por ejemplo, aquellos que creen que el mundo es inherentemente peligroso) tendían a tener peor salud mental, menores niveles de éxito, satisfacción en la vida y bienestar emocional. Además, las personas que mantenían estas creencias negativas reportaban niveles más altos de depresión, emociones negativas y, en casos extremos, mayor propensión a intentos de suicidio.

Lo que este estudio demuestra es que la forma en la que los adultos perciben y presentan el mundo tiene un impacto directo y profundo en la salud mental de los más jóvenes. Si los padres, maestros y líderes constantemente refuerzan la idea de que el mundo es un lugar lleno de peligros, los niños y adolescentes internalizan esa visión y empiezan a ver la vida a través de ese mismo lente. Esto no solo afecta su bienestar emocional en el presente, sino que puede tener consecuencias a largo plazo, limitando su capacidad para florecer, desarrollarse y alcanzar su máximo potencial.

La conclusión es clara: es responsabilidad de los adultos ofrecer a los jóvenes un discurso que, sin negar la realidad, les permita ver el mundo como un lugar donde pueden sentirse seguros, donde existen oportunidades, y donde pueden crecer y prosperar. No se trata de ser ingenuos ni de esconderles los retos y dificultades que existen en la vida, pero sí de ayudarlos a desarrollar una perspectiva equilibrada, que incluya tanto los peligros como las posibilidades de superarlos. En un mundo donde la incertidumbre parece ser la norma, los jóvenes necesitan más que nunca un ancla de seguridad emocional que los ayude a navegar las dificultades sin sucumbir a la desesperanza.

En lugar de alimentar la paranoia y el miedo, debemos inculcar en nuestros jóvenes una actitud resiliente, que les permita enfrentar los desafíos con valentía, pero también con la confianza de que el mundo no es solo un lugar lleno de amenazas, sino también un espacio de oportunidades y crecimiento. Al final, el tipo de discurso que promovemos como adultos tiene el poder de moldear no solo la forma en que los jóvenes ven el mundo, sino también su salud mental y emocional en el largo plazo. Aceptar esta responsabilidad es el primer paso hacia una sociedad más saludable y equilibrada.

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amparo(29565)19 de octubre de 2024 - 01:56 p. m.
Excelente abordaje de un tema tan importante! Mil gracias!
Felipe(dw15k)04 de octubre de 2024 - 05:31 p. m.
Y por esto es necesario que la escuela y el hogar planteen a los jóvenes nuevas narrativas de la vida, del bienestar, del sentido de existir porque el que se ha construido en los últimos miles de años ha producido este mundo en crisis donde unos piensan que hay superioridad sobre otros, donde se construyen falsas fronteras mentales hechas de religión, color de piel, idioma, tamaño. Este paso lo darán las nuevas generaciones sobre las ruinas de este mundo.
Dagoberto(51763)03 de octubre de 2024 - 04:05 p. m.
Muy valioso su artículo por el marco que engloba: la salud mental de niños y jóvenes. Añado que la escuela como institución juega un rol destacado en este aspecto, por lo que se debería convertir en un asunto prioritario el tema de la salud mental en el ámbito escolar.
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