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Hace pocos días, llevamos a cabo la ceremonia de graduación de una promoción más en colegios de calendario B y esta columna adapta algunas ideas que compartí en esa ceremonia.
Según Einstein, el tiempo es relativo y nuestra vida es evidencia de qué tan relativo es. Cada persona vive el tiempo de maneras diferentes, según su edad o su realidad. Es por esto que ver a los estudiantes graduarse del colegio siempre lo lleva a uno a reflexionar sobre esa relatividad del tiempo.
Para ellos, una semana en Preescolar era una eternidad porque los niños pequeños viven en el presente y les cuesta entender cómo transcurre el tiempo. En cambio, en los últimos años la misma semana se les pasó rápidamente. En contraste con los animales, mientras que muchos insectos viven solo un par de días o incluso horas, las hormigas reina pueden vivir hasta 30 años o dicen que mientras a los humanos nos tomó más de 30.000 años en alcanzar un estado de sofisticación, las hormigas lo alcanzaron hace más de 50 millones de años. También, se ha estudiado que los perros maduran más rápido que los humanos, por lo cual, en promedio para alcanzar la equivalencia con la edad de los humanos, hay que multiplicar la edad de los perros por 7.
Es así como el tiempo está sujeto al contexto. Einstein dice: “Cuando cortejas una bella muchacha, una hora parece un segundo. Pero si te sientas sobre un carbón al rojo vivo, un segundo parecerá una hora”.
Es importante hablar del tiempo porque, de cierta manera, pareciera que este se detuvo hace 16 meses. Todo se paró. La vida, los negocios, el colegio presencial. Días de encierro de vernos en cajas, de pasar minutos, horas y días sin ver a los amigos. Pero el tiempo siguió andando y todos aprendimos a dejarlo correr.
Como seres humanos, estamos obsesionados con el tiempo, quisiéramos viajar al pasado o al futuro. En un día como el de la graduación de bachilleres, es fácil viajar 14 años atrás y recordar como estas familias más jóvenes llegaban con una gran expectativa de la nueva etapa en colegio grande, tomando fotos de los pequeños junto al aviso del colegio que acompañaría a sus hijos hasta el 2021. Ahí arrancó un recorrido importante y fundamental para cada estudiante, lleno de retos, aventuras y muchos momentos memorables.
En prescolar aprendieron a leer y a escribir, a contar y a crear amistades. Después pasaron a primaria, donde perfeccionaron otro idioma y descubrieron otras materias como ciencias y sociales. También aprendieron a organizarse y a tener disciplina y a ir perfilando sus gustos. Luego, en secundaria aprendieron a ser autónomos e independientes, a confiar en sus amigos, a vivir y a aceptar los cambios en sus cuerpos y sus mentes. En los últimos años, aprendieron mucho más sobre autonomía, toma de decisiones y profundizaron en temas que les llamaban la atención o en los cuales descubrieron que tenían un talento especial. Así mismo, tejieron relaciones cercanas y significativas con profesores.
Durante todo este tiempo de colegio, los jóvenes se han logrado conocer más profundamente como seres humanos, han tenido la oportunidad de desarrollar sus valores y de identificar sus principios. Mucho de lo vivido, hoy son recuerdos, al igual que lo será cada instante de la vida. Y podemos jugar con el tiempo, deteniéndolo a través de nuestros recuerdos. Cuando se encuentren con amigos del pasado recordarán y, en ese instante, el pasado volverá al presente, y eso nos invita a ser conscientes del momento actual, el que estamos viviendo.
En la película La Sociedad de los Poetas Muertos, el profesor John Keating invita a sus estudiantes a “Seize the day” o Carpe Diem, es decir, a aprovechar el día, el momento. Eso incluye pasarla bien, disfrutar a los amigos, pero, sobre todo, aprovechar las oportunidades. De ahí parte el Carpe Diem. Lo jóvenes tienen una infinidad de oportunidades, las tuvieron en el colegio y las tendrán al futuro. Son muy afortunados y privilegiados. No podemos desconocer ese privilegio y debemos abrazarlo y sacarle el provecho. Carpe Diem. Ojalá en su primera marcha como bachilleres, los jóvenes reflexionen sobre las oportunidades que tuvieron y que aprovecharon durante sus años en el colegio y cómo las van a usar a futuro para hacer el bien, contribuir y servir. A quienes no han terminado el colegio, busquen la manera de terminarlo, no se queden sin ser bachilleres. De ahí se desprenderán las oportunidades por venir. No se rindan y encuéntrenle valor a la educación.
En la vida uno aprende a convivir con el tiempo y a los jóvenes les dejo 5 consejos al respecto:
1. Vivan el presente. Por supuesto, tengan en mente el pasado para recordar y el futuro para soñar, pero disfruten cada momento.
2. Aprovechen las oportunidades que tienen para aprender, usen lo que tienen para servir y piensen y actúen para transformar su entorno para bien. Como dice la periodista y activista Gloria Steinem: “Lo que sea que quieras hacer, hazlo ahora. Porque la vida es tiempo, y el tiempo es todo lo que hay”.
3. Durante los años de estudio en el colegio se han formado como personas integrales, ciudadanos globales y líderes éticos. Tomen decisiones basadas en sus valores y en los principios que recibieron en el colegio y en sus casas.
4. Bajen el ritmo con frecuencia. Vivimos en un mundo muy acelerado y es clave ir más despacio para disfrutar, reflexionar, pensar y planear.
5. No tomen el tiempo que tienen por sentado. En la película Clouds se narra la historia de un joven 18 años con cáncer terminal que busca aprovechar el tiempo al máximo en sus últimos meses. Él es músico y hace una canción que se vuelve viral en la que dice: “Si solo tuviera un poquito más de tiempo”. Este joven no lo tuvo, pero la mayoría de personas que leen esta columna si lo tenemos, no lo demos por sentado.
Tenemos el privilegio del tiempo y aunque este es relativo a cada uno, los invito a aprovechar ese tiempo al máximo y a usarlo para sacar lo mejor de ustedes mismos, aportar a tener un mejor país y un mejor mundo. Como decía Eistein: “La vida es una preparación para el futuro y la mejor preparación para el futuro es vivir como si no hubiera ninguno”.
Posdata. Al hablar de tiempo, no podemos dejar de pensar en los niños y jóvenes de Colombia, que no han tenido la oportunidad de pisar sus colegios en 16 meses. Son más de 7 millones de estudiantes que han tenido detenida su experiencia educativa. Si bien el tiempo es relativo, 16 meses en la vida de un niño de 7 años es un porcentaje muy alto de tiempo. Y no podemos desconocer los impactos que esta pausa tienen. ¡Para permitir que la vida de estos niños y jóvenes siga avanzando con educación, es imperativo que regresen a estudiar!
