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Hablemos de frente sobre diversidad para resistir el odio y la discriminación

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Camilo Camargo
01 de mayo de 2023 - 02:00 a. m.
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Una preocupación común entre los adolescentes es encajar en su grupo social, lo cual a menudo implica buscar similitudes con los demás. Cuando identifican a un estudiante como “diferente”, es frecuente que sea objeto de acoso. Por ello, muchos adolescentes intentan ocultar sus propias diferencias para evitar ser el próximo blanco de los acosadores. Esta situación puede llevarlos a actuar de manera incoherente con sus valores, ya que su prioridad principal es protegerse a sí mismos. A menudo, no les importa si otros están siendo acosados, siempre y cuando ellos no sean el objetivo, creen que todo marchará bien.

Esta actitud también se refleja en algunos padres, quienes aconsejan a sus hijos evitar problemas y mantenerse al margen de conflictos. Les importa principalmente que sus hijos no sean afectados, dejando a los demás la responsabilidad de resolver sus propios problemas. Sin embargo, es precisamente esta postura la que está deteriorando nuestra sociedad. Es fundamental reconocer y abordar las diferencias para fomentar un ambiente seguro y saludable para todos.

Frecuentemente, nos alejamos de la diversidad porque resulta más cómodo ser similares y rodearnos de personas que se asemejan a nosotros. Por lo tanto, solo nos enfrentamos a ella cuando una situación específica nos obliga a confrontarla directamente. Pero, ¿qué pasaría si en un salón de clase o en la casa anticipáramos a los niños y jóvenes de manera hipotética a situaciones difíciles? Por ejemplo, qué pasaría si les dijéramos: “vamos a suponer que en este grupo hay un estudiante homosexual y uno de ustedes le dice de frente que no quiere estar en su grupo de trabajo porque es un raro”. Acto seguido les pidiéramos a todos su opinión sobre cómo manejar la situación y diéramos pie a una discusión.

Sería una manera extraordinaria para comenzar a entrenar la empatía y así tener la seguridad de poder proteger a otro en el momento de un comentario o a una acción desafortunada. La empatía es entrenable y no hay que esperar a que suceda una agresión que pueda dañarle la vida a otra persona para poder hacer caer en cuenta a otros sobre la necesidad de ser empáticos. Hablemos de frente, pensemos y analicemos situaciones hipotéticas probables en nuestro entorno y entrenémonos como sociedad para cuando alguien nos necesite. Hablemos de situaciones que nos han pasado y cómo las hemos manejado sin juzgar, sin culpas, para poder entre todos aconsejar de cómo sería una mejor manera de abordarlo en el futuro. Cuidar a otros no es meterse en problemas, es más bien ayudar a otros a que no tengan un problema psicológico severo en el futuro.

Hablemos también abiertamente sobre la maravilla que implica ser diferente. Eliminemos esa connotación negativa asociada a ser distinto. Cada individuo es maravilloso en su singularidad. Ser diferente no nos hace inferiores; sin embargo, muchos adolescentes lo creen así, y esto se debe en gran parte a factores culturales. Si un niño aprende desde pequeño el valor de la diversidad, llegará a la adolescencia con mayor seguridad en sí mismo, es probable que no participe en bullying y estará mejor preparado para enfrentar una situación de acoso que presencie.

La creciente polarización y el odio en la sociedad actual generan inquietud en los ámbitos escolares y juveniles, donde la diversidad y el respeto mutuo son esenciales para garantizar un ambiente propicio para el aprendizaje y crecimiento saludable. Los prejuicios y la discriminación en estas etapas vitales pueden impactar duraderamente en la autoestima y el desarrollo personal de los jóvenes. Por ende, es crucial abordar estos retos y enseñar a niños y adolescentes a comprender y valorar la diversidad en todas sus manifestaciones, así como enfrentar y resistir al odio y la discriminación. Los padres pueden apoyar a los niños frente al odio enseñándoles a defenderse y apoyarse mutuamente.

Según un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU., aproximadamente uno de cada cuatro estudiantes entre 12 y 18 años que sufren bullying son atacados debido a su raza, origen nacional, religión, discapacidad, género u orientación sexual. Los adolescentes necesitan apoyo adicional para desarrollar un sólido sentido de identidad y defender a sus compañeros que son atacados por su identidad.

En el caso de Colombia, un país sumamente rico en diversidad cultural, étnica y geográfica, es relevante abordar estos temas y promover la comprensión mutua entre los ciudadanos. Tal diversidad debe ser considerada un tesoro nacional y fuente de riqueza cultural, en lugar de ser motivo de división y conflicto. Por ello, es esencial que los colombianos estemos atentos a la necesidad de ampliar nuestras perspectivas y abrir nuestras mentes para entendernos mejor unos a otros. Para lograrlo, es fundamental que las instituciones educativas, las familias y la sociedad en general trabajen en conjunto para inculcar valores de respeto, tolerancia y empatía en las nuevas generaciones, de modo que puedan disfrutar de un futuro más armonioso e inclusivo en el país.

La diversidad en un ser humano abarca un amplio espectro de características y experiencias que van más allá de los elementos típicos como raza, etnia, género o orientación sexual. Estas dimensiones incluyen, entre otras, la diversidad socioeconómica, que se refiere a las diferencias en ingresos, educación y ocupación; la diversidad de habilidades y discapacidades, que considera las variaciones en las capacidades físicas y cognitivas de cada individuo; la diversidad generacional, que aborda las diferencias en las experiencias, perspectivas y valores de las personas según su edad y generación; y la diversidad en creencias y valores, que contempla las distintas tradiciones religiosas, espirituales y filosóficas que cada persona sostiene. Además, la diversidad cultural incluye aspectos como el idioma, las costumbres y las prácticas que conforman la identidad de un individuo. Reconocer y apreciar estas múltiples dimensiones de la diversidad humana es fundamental para fomentar una sociedad más inclusiva y empática en la que todos puedan coexistir y enriquecerse mutuamente.

A continuación, se presentan algunas estrategias recomendadas por la autora del libro “Middle School Mattters”, Phyllis L. Fagell, para que adultos, padres y educadores, podamos ayudar a los niños a enfrentar las diferencias y el odio que puede surgir:

1. Enseñar a los niños cuando están pequeños: Los padres pueden ayudar a sus hijos a comprender que “diferente” no significa “inferior” exponiéndolos a situaciones en las que no sean mayoría. Esto les permite desarrollar empatía y conciencia sobre las experiencias de los demás.

2. Validar temores y ofrecer opciones de reacción: Es importante validar los temores de los niños y ofrecerles diferentes formas de reaccionar ante situaciones de odio. Los adultos deben escuchar las necesidades de sus hijos y tomar decisiones basadas en sus experiencias.

3. Desafiar las suposiciones sobre los riesgos sociales: Los niños pueden sobreestimar el riesgo social de enfrentarse al odio, pero no deben subestimar el coraje necesario para hacerlo. Los adultos pueden alentar a sus hijos a unirse con otros y enfrentarse juntos a situaciones de odio.

4. Ensayar qué decir y hacer: Practicar respuestas asertivas y constructivas puede ayudar a los niños a enfrentar situaciones de odio con más confianza.

5. Abordar el odio disfrazado de humor: Los adultos deben enseñar a sus hijos a no usar la identidad de alguien como broma y a enfrentarse a quienes lo hacen.

6. Practicar la asertividad: Los niños necesitan practicar la asertividad en situaciones cotidianas, comenzando en el hogar, para desarrollar habilidades de comunicación efectivas.

7. Fomentar la reflexión después de observar un incidente de prejuicio: Si un niño se siente culpable por no haber actuado en una situación de odio, es importante brindar apoyo y ayudarles a reflexionar sobre cómo podrían reaccionar la próxima vez.

Abordar la polarización, el odio y la discriminación en nuestra sociedad, particularmente con niños y jóvenes, resulta esencial para garantizar un ambiente propicio para el aprendizaje y crecimiento saludable, así como un futuro más armonioso e incluyente para todos. La diversidad humana en todas sus dimensiones debe ser valorada y apreciada como riqueza cultural y oportunidad para enriquecernos recíprocamente. En países como Colombia, donde la diversidad es aún más destacada, resulta imprescindible que las instituciones educativas, las familias y la sociedad en su conjunto colaboren para inculcar valores de respeto, tolerancia y empatía en las nuevas generaciones. Al enseñar a niños y jóvenes a enfrentar y resistir al odio y la discriminación, y al adoptar estrategias efectivas para abordar estos problemas, estaremos estableciendo las bases para un mundo más comprensivo, inclusivo y enriquecedor.

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Atenas(06773)01 de mayo de 2023 - 10:22 p. m.
En este punto, y pese a lo interesante y oportuno del asunto q' propuso el columnista, me pregunto qué tanto interés pudo despertar si apenas, ya rayando el atardecer, ¡un comentario tuvo! Entonces cabe indagar ¿fue xq no tuvo lectores, o xq' habiéndolos tenido no despertó interés? Difícil responder con tino, y asumir cualquier respuesta sería un desatino. Mas si hay una cosa q' en un diario pesa, la brevedad y concreción de lo q' se expresa, el periodismo y la vida moderna no admiten largueza.
María(efy0r)01 de mayo de 2023 - 01:10 p. m.
Muchas veces la discriminación comienza en los adolescentes en casa , por la educación de los padres , además el bullying y la poca empatía también se da entre los adultos así muy difícil el tema , pero las instituciones educativas tiene un gran reto mostrar a los jóvenes en formación otro mundo inclusivo y diverso. Actualmente los jóvenes en general son más inclusivos y más respetuosos con la diversidad.
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