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La vida pareciera haber vuelto a la normalidad casi por completo. Los eventos que pensábamos que estaban destinados a desaparecer por un buen tiempo ya volvieron. Conciertos, cines, deportes, fiestas; ya todo volvió. El día sin IVA de nuevo fue desenfrenado, como si no tener IVA fuera equivalente a que las cosas fueran gratis. Parece que con la vacunación todos estamos más tranquilos y queremos creer que ya todo puede tomar un cauce igual o mayor al que tenía antes de la pandemia. Las personas están cansadas, quieren salir, quieren socializar, quieren olvidar que estos casi dos años les congelaron gran parte de su vida. Ahora, con las festividades de diciembre y la emoción que genera el terminar un ciclo, el deseo de aglomerarse y vivir seguramente va a ser mayor. Y así como a la gente se le está olvidando el COVID, también se les está olvidando que aún hay más de 2 millones de niños en Colombia que llevan los mismos casi 2 años que todos nosotros en pandemia, pero sin pisar un salón de clase.
Yo me pregunto si quienes dirigen y enseñan en las instituciones que aún no han abierto estarán en sus casas encerrados como lo están estos más de 2 millones de niños, para ser coherentes con el no regreso a clases por razones de bioseguridad, y estarán aprovechando ese tiempo para ver cómo van a cerrar la enorme brecha educativa que se abrió y que se sigue abriendo a causa de la no presencialidad. O si los padres de familia que aún no han querido enviar a sus hijos al colegio estarán estimulando a sus hijos de diferentes maneras, de tal forma que aprovechen el tiempo en casa. O, ¿no será que están igual de cansados que todo el planeta y estarán asistiendo a los conciertos, cines, partidos, fiestas y días sin IVA a los que están asistiendo todos?
Yo veo a la gente en las calles y no me puedo sacar de la cabeza a los más de 2 millones de niños, y como cada día que pasa sus oportunidades de progreso se verán truncadas por la desigualdad en sus condiciones. No puedo entender por qué no hay un mandato general que obligue a las instituciones educativas a abrir, que obligue a los maestros a asistir y que obligue a los padres de familia a mandar a sus hijos. Tampoco veo un plan claro en el país para cerrar la brecha en la calidad que se abrió y que se verá reflejada por décadas. Y es que las cosas no es que estuvieran brillantes antes de la pandemia como para no avivarnos y ver qué vamos a hacer. Para nadie es un secreto que la clave del desarrollo económico de un país está en la educación, y acá pareciera eso no inmutarnos. ¿Dónde está el refuerzo curricular para ayudar a recuperar el tiempo perdido? ¿Cuál es el plan complementario? Esto no es como apagar un botón y volverlo a encender. ¿Qué tal si esa misma energía que todos le ponen al planear el día sin IVA y la reactivación económica se la metemos a reactivar la educación?
El Observatorio de Realidades Educativas de la Universidad ICESI reveló esta semana que solo el 19% de los estudiantes de grado 11 tienen un desempeño entre aceptable y excelente en las pruebas Saber 11. Un resultado preocupante si además se tiene en cuenta que este indicador se ubicaba en 25% hace un año. Esto quiere decir que cuando el 81% restante llega a la universidad, si es que lo logra, ya es muy tarde para poder nivelar las habilidades no adquiridas. Si eso está sucediendo hoy en estudiantes que tuvieron sus casi 14 años de presencialidad, no me puedo imaginar en unos años cuando lleguen los jóvenes a realizar la Pruebas Saber 11 los niños de pandemia. ¿Qué oportunidades de progreso van a tener si presentan un resultado deficiente?
No hay excusa. Las condiciones están dadas: protocolos probados y vacunación desde los 3 años. No hay derecho a que se pretenda poner en pausa el desarrollo de los niños mientras los adultos se sienten más cómodos de regresar a la presencialidad. La educación virtual, por supuesto, ha logrado suplir algunas deficiencias, pero no todas. Solo volver al colegio garantizará el correcto desarrollo de los niños en Colombia, y garantizará un mayor y mejor acceso a oportunidades. Volver debe ir acompañado de un plan para poder cerrar las brechas existentes; de lo contrario, esos baches que están se quedarán ahí para siempre, y lo único que se hará es patear el problema para más adelante, como lo vemos en el pobre desempeño de las pruebas Saber 11.
