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Se inicia la segunda fase de las conversaciones en La Habana con la noticia de una orden del Estado Mayor Central de las Farc-ep, según la cual desde el 20 de noviembre de 2012 hasta el 20 de enero de 2013 se obligan al “cese de todas las operaciones militares ofensivas contra la Fuerza Pública y actos de sabotaje contra la infraestructura pública o privada”.
Aunque no han faltado advertencias de opositores a la vía negociada que hablan de “tregua engañosa”, la mayoría de los pronunciamientos han saludado la determinación como un gesto positivo de las Farc. Los críticos dicen que seguirá el reclutamiento de jóvenes, los secuestros no reconocidos, el tráfico de armas y la colocación de minas antipersona. Pero en el balance final que realizan los pobladores de las zonas más afectadas por situaciones bélicas, sabotajes y agresiones a la población civil, la expectativa de un alivio pesa más que los malos augurios de los radicales con Twitter.
La jugada política de las Farc parte del supuesto de “un clamor ciudadano por el cese al fuego” y pretende ganar puntos con un paréntesis en las hostilidades. La fragilidad de esta iniciativa está en que las “acciones defensivas”, que inevitablemente se presentarán ante la presencia de las Fuerzas Militares y de los bombardeos, tendrán mucho ruido en los medios de comunicación y en medio de las novenas navideñas o la llegada de los Reyes Magos. Y, como la guerra psicológica y de la comunicación sigue su curso, la capitalización del gesto unilateral de las Farc no será ni tranquila ni completa.
En el pasado las Farc han acudido a treguas unilaterales para darle volumen al comienzo de las conversaciones de paz. Así ocurrió en 1984, cuando empezó la aplicación de los Acuerdos de La Uribe y entre diciembre de 1999 y enero de 2000 cuando las mesas de diálogo en El Caguán. En esta ocasión la expectativa es que se convierta en un cese unilateral permanente que lleve al Gobierno a modificar la determinación de parar su ofensiva hasta que se llegue al pacto final de terminación del conflicto. El balance de treguas anteriores de corta duración indica que su impacto positivo puede disolverse a la semana siguiente si no se abre un camino de desescalamiento del conflicto y de acercamiento de la fecha del cese bilateral al fuego y hostilidades.
* Camilo González Posso
