Revisando textos de investigación encontré que se hace evidente una verdad de a puño y un error en el mercado: el 3% de la población hace el 20% del total del valor del consumo de hogares, mientras el 58% sólo hace el 28% de la torta.
Es deprimente, no sólo por la dura realidad de la pobreza, la baja capacidad de compra y los altos precios de productos de lujo para ingresos altos, sino que la industria nacional se focaliza más en ese 3% de la punta de la pirámide que en el 58% de base.
Esto ha causado que el mercado interno esté copado por productos importados de bajo precio, mientras nuestros industriales siguen enfocados en productos de alto valor agregado para satisfacer a las personas de mayor capacidad de compra y exportar a otros mercados. Estamos mirando tan arriba que los pisos de abajo lo están copando los industriales de otros países, y al final el edificio será cada vez menos colombiano, como ocurre hoy con el mercado interno, que el 39% restante ya comienza a consumir más productos importados.
Por eso es la hora del mercado interno y de la industria nacional, ya que ante la desaceleración de la economía y el cierre de la frontera venezolana, las bodegas de las empresas y cadenas están llenas de inventarios.
La ecuación es simple: hay que liquidar inventarios y producir cosas nuevas para que los de mayor capacidad de compra los adquieran. Se requiere una acción coordinada de Gobierno, industria y comercio para que los productos de las colecciones pasadas se dirijan a la población de ingresos bajos a precios menores, que cubran costos y den liquidez a nuevas líneas de producción.
Sería prudente plantear en la nueva “reformita tributaria” una figura de liquidación de saldos con IVA de tasa 0% y deducibles hasta 30% del impuesto de renta, o algo similar, para crear una línea de salida a los inventarios y competir mejor con productos importados de Asia, con fuerte contenido de dumping social. Ayudaría a reducir el desempleo, a focalizar la industria nacional en el mercado local y a desarrollar marcas paralelas para estos mercados.
Hay que ver oportunidades en las dificultades, en momentos donde desde la población menos favorecida hasta el gran industrial se necesitan mutuamente para salir adelante.
Revisando textos de investigación encontré que se hace evidente una verdad de a puño y un error en el mercado: el 3% de la población hace el 20% del total del valor del consumo de hogares, mientras el 58% sólo hace el 28% de la torta.
Es deprimente, no sólo por la dura realidad de la pobreza, la baja capacidad de compra y los altos precios de productos de lujo para ingresos altos, sino que la industria nacional se focaliza más en ese 3% de la punta de la pirámide que en el 58% de base.
Esto ha causado que el mercado interno esté copado por productos importados de bajo precio, mientras nuestros industriales siguen enfocados en productos de alto valor agregado para satisfacer a las personas de mayor capacidad de compra y exportar a otros mercados. Estamos mirando tan arriba que los pisos de abajo lo están copando los industriales de otros países, y al final el edificio será cada vez menos colombiano, como ocurre hoy con el mercado interno, que el 39% restante ya comienza a consumir más productos importados.
Por eso es la hora del mercado interno y de la industria nacional, ya que ante la desaceleración de la economía y el cierre de la frontera venezolana, las bodegas de las empresas y cadenas están llenas de inventarios.
La ecuación es simple: hay que liquidar inventarios y producir cosas nuevas para que los de mayor capacidad de compra los adquieran. Se requiere una acción coordinada de Gobierno, industria y comercio para que los productos de las colecciones pasadas se dirijan a la población de ingresos bajos a precios menores, que cubran costos y den liquidez a nuevas líneas de producción.
Sería prudente plantear en la nueva “reformita tributaria” una figura de liquidación de saldos con IVA de tasa 0% y deducibles hasta 30% del impuesto de renta, o algo similar, para crear una línea de salida a los inventarios y competir mejor con productos importados de Asia, con fuerte contenido de dumping social. Ayudaría a reducir el desempleo, a focalizar la industria nacional en el mercado local y a desarrollar marcas paralelas para estos mercados.
Hay que ver oportunidades en las dificultades, en momentos donde desde la población menos favorecida hasta el gran industrial se necesitan mutuamente para salir adelante.