Atrayendo a medianas y grandes empresas para el empleo (III)
El excelente trabajo desarrollado por la Misión de Empleo (DNP) muestra que de casi 7,2 millones de empresas, solamente 72.000 (1 %) tienen más de 11 trabajadores y son grandes generadoras de empleo, evidenciando que Colombia tiene MUY POCAS EMPRESAS MEDIANAS Y GRANDES. El McKinsey Global Institute habla de “two missing middles”, esto es la falta de una cohorte de empresas medianas y de una clase media resultante, que contrasta con un sector industrial pequeño, poco sofisticado, que nos lleva a estar en la trampa de ingresos medios. Es imperativo entonces generar las condiciones para una acelerada creación de miles de empresas medias y grandes, desarrollando sectores, regiones y atrayendo nuevas compañías.
El libro Transforming Economies, de la OIT, habla de enfocarnos en atraer industrias que hayan tenido crecimientos dinámicos en países que, con una dotación de factores parecida, tengan ingresos per capita dos o tres veces el nuestro. Esto implicaría importar empresas de México, Malasia, Indonesia, Brasil, entre otros. Estamos hablando de equipo de transporte, maquinaria eléctrica, madera y manufacturas, química, farmacéutica, agroindustria, etc., pero agrupadas en CLÚSTERES.
Dado que cada industria tiene amplias articulaciones, se requieren integraciones que generen encadenamientos productivos, aumenten el valor agregado y el contenido tecnológico, y diversifiquen el producto nacional. Para esto necesitamos repensar nuestro marco mental reconociendo que tener empresas grandes que crezcan es riqueza para la sociedad, y el Estado es responsable de llevar desarrollo a donde no exista, creando las condiciones de competitividad para que esto suceda.
Medianas y grandes empresas exigen altas inversiones cuyos periodos de repago exceden los 10 a 20 años, y como las reglas cambiantes de Colombia son un gran impedimento, son indispensables “contratos de estabilidad jurídica” que garanticen las condiciones bajo las cuales se invirtió. Estos clústeres requieren capital humano capacitado, pero el SENA con pocas excepciones ofrece alternativas. Es necesario que las empresas dediquen al menos el 30 % de los recursos hoy pagados al SENA para contratar con centros especializados acreditados que formen en las competencias pertinentes.
Adicionalmente, es indispensable una política moderna de migración de capital humano que, con una repatriación de diáspora, pueda permitir tener el recurso humano de alto nivel que hoy no preparan las universidades. Por otro lado, como las municipalidades no tienen en su POT grandes parques industriales, debemos replicar el concepto de zonas económicas industriales como en China.
En materia tributaria, adicional a tener tasas competitivas (la nuestra, con todos los impuestos, supera el 70 %), hay que reimplantar la deducibilidad de inversiones con énfasis en empleo, excelente mecanismo que premia la inversión haciendo competitivo el crecimiento empresarial. Hay muchas más tareas, como bilingüismo, trámites totalmente digitales, ventanillas únicas, mecanismos de licenciamiento global, social y ambiental, etc., pero la masiva creación de empleo resultante lo justifica.
El excelente trabajo desarrollado por la Misión de Empleo (DNP) muestra que de casi 7,2 millones de empresas, solamente 72.000 (1 %) tienen más de 11 trabajadores y son grandes generadoras de empleo, evidenciando que Colombia tiene MUY POCAS EMPRESAS MEDIANAS Y GRANDES. El McKinsey Global Institute habla de “two missing middles”, esto es la falta de una cohorte de empresas medianas y de una clase media resultante, que contrasta con un sector industrial pequeño, poco sofisticado, que nos lleva a estar en la trampa de ingresos medios. Es imperativo entonces generar las condiciones para una acelerada creación de miles de empresas medias y grandes, desarrollando sectores, regiones y atrayendo nuevas compañías.
El libro Transforming Economies, de la OIT, habla de enfocarnos en atraer industrias que hayan tenido crecimientos dinámicos en países que, con una dotación de factores parecida, tengan ingresos per capita dos o tres veces el nuestro. Esto implicaría importar empresas de México, Malasia, Indonesia, Brasil, entre otros. Estamos hablando de equipo de transporte, maquinaria eléctrica, madera y manufacturas, química, farmacéutica, agroindustria, etc., pero agrupadas en CLÚSTERES.
Dado que cada industria tiene amplias articulaciones, se requieren integraciones que generen encadenamientos productivos, aumenten el valor agregado y el contenido tecnológico, y diversifiquen el producto nacional. Para esto necesitamos repensar nuestro marco mental reconociendo que tener empresas grandes que crezcan es riqueza para la sociedad, y el Estado es responsable de llevar desarrollo a donde no exista, creando las condiciones de competitividad para que esto suceda.
Medianas y grandes empresas exigen altas inversiones cuyos periodos de repago exceden los 10 a 20 años, y como las reglas cambiantes de Colombia son un gran impedimento, son indispensables “contratos de estabilidad jurídica” que garanticen las condiciones bajo las cuales se invirtió. Estos clústeres requieren capital humano capacitado, pero el SENA con pocas excepciones ofrece alternativas. Es necesario que las empresas dediquen al menos el 30 % de los recursos hoy pagados al SENA para contratar con centros especializados acreditados que formen en las competencias pertinentes.
Adicionalmente, es indispensable una política moderna de migración de capital humano que, con una repatriación de diáspora, pueda permitir tener el recurso humano de alto nivel que hoy no preparan las universidades. Por otro lado, como las municipalidades no tienen en su POT grandes parques industriales, debemos replicar el concepto de zonas económicas industriales como en China.
En materia tributaria, adicional a tener tasas competitivas (la nuestra, con todos los impuestos, supera el 70 %), hay que reimplantar la deducibilidad de inversiones con énfasis en empleo, excelente mecanismo que premia la inversión haciendo competitivo el crecimiento empresarial. Hay muchas más tareas, como bilingüismo, trámites totalmente digitales, ventanillas únicas, mecanismos de licenciamiento global, social y ambiental, etc., pero la masiva creación de empleo resultante lo justifica.