Petro con su “chu, chu” está adelantando un peligroso juego. Cada vez más expresa que, “como el modelo falló”, hay que cambiarlo por uno “poscapitalista” que no sea extractivista ni basado en hidrocarburos. El modelo colombiano ha estado fundamentado en un liberalismo económico implementado con agua tibia: hay libertad de empresa, pero acompañada de asfixia normativa y tributaria en una economía semicerrada y la legislación laboral discrimina en contra de los informales. Tenemos gran potencial minero y energético, pero la narrativa progresista del Gobierno nos quiere llevar a ahuyentarlo y avergonzarnos de lo que para otros países es motivo de desarrollo. La explotación industrial es estigmatizada y todo lo que sea libertad de empresa es tildado de explotador, neoliberal o fascista. Tenemos democracia, pero sin mecanismos claros de representación popular y atomizada con más de 36 partidos.
A pesar de los grandes avances sociales de los últimos 25 años, amplios sectores poblacionales padecen inadmisibles carencias. Esta realidad del vaso medio vacío o vacío para muchos, sumado a la narrativa del cambio, fue la que llevó a Petro al poder y, dos años después, ya no queda duda: más que gobernar, quiere quedarse con el poder para implementar EL MODELO QUE SÍ FALLÓ en Cuba, Nicaragua, Argentina y Venezuela, y que, en palabras de Cayetana Álvarez de Toledo, diputada Española, es el guion de los burros de Troya, sumado a la cleptocracia denunciada en los noticieros, donde funcionarios son acusados de captura y mal uso de recursos públicos mientras se empobrecen poblaciones enteras como pasó en La Guajira.
Petro, para poder evidenciar que el modelo SÍ falló, está haciendo todo lo posible por que falle, como en una profecía autocumplida. Le niega recursos a la salud y la lleva a la crisis, igual con la vivienda social; postra la industria; frena la minería y los hidrocarburos para llevarnos a un apagón; el orden público se desborda; y el control territorial y asesinato de lideres sociales por narcocriminales ya ralla en lo inadmisible. Sus pésimas medidas ambientales fomentan la deforestación y son el paraíso de la minería ilegal. La corrupción es rampante. Su pésimo manejo económico nos tiene en una crisis fiscal nunca vista. Quieren llevar a las guerrillas y narcotraquetos a un escalamiento que genere un conflicto de tal magnitud que, para poder conjurarlo, sea necesario adoptar medidas de excepción, herramienta para cumplir el modelo estatista que han pactado con el ELN, donde el Estado sea dueño de los sectores energéticos, servicios públicos, vías puertos, recursos y bienes naturales, además de la banca. Y como hay indicios de delitos y pactos con condenados, necesita además una ley de punto final.
El modelo Petro SÍ FALLÓ, aunque no lo acepten a pesar de la evidencia de Cuba y su miseria, de Venezuela con más de ocho millones por fuera y un régimen que se mantiene vía brutal represión. ¿Por qué NADIE quiere migrar a esos paraísos socialistas? Petro tapa con palabras como progresismo, liderazgo ambiental y supuestos golpes blandos su ineptitud. No nos equivoquemos: necesitamos unirnos para reconstruir la esperanza en el país alrededor de los principios de las economías liberales con equidad y justicia para todos.
