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Con la impresionante gesta liderada por María Corina Machado, y su millón de voluntarios que con tecnología de punta lograron recoger y publicar más del 80% de las copias de las actas, junto con el informe Carter y la ONU, la oposición venezolana demostró la contundente y aplastante victoria de Edmundo González, nuevo presidente electo de Venezuela. Punto. De paso desnudó una cadena de vergüenzas: el fracaso rotundo del socialismo que promueve el Foro de Sao Paulo en Cuba, Nicaragua, Argentina, Venezuela y su brutal costo humano; la cadena de líderes como AMLO, Lula, Petro, Sánchez y otros que, como mercaderes de valores, solo favorecen su ideología; la inoperancia de la CPI que desde hace años tiene una masiva cantidad de denuncias de violaciones a los DD. HH. en Venezuela, que corre a condenar a Israel pero no se mueve con Maduro, Cabello, Rodríguez y Padrino; al Vaticano que, omitiendo aludir a las masacres, sigue dando oxígeno al régimen y cada vez es más difícil no relacionar su pasividad con los videos circulantes de gigantes fortunas non sanctas que supuestamente les guarda en su banco; a las FF. AA. venezolanas que se vuelcan contra su pueblo con represión y asesinatos para defender las rentas corruptas de Maduro y su régimen; la mediocridad e inoperancia de la comunidad Internacional, ya que Borrell insiste ingenuamente en la transparencia y en que el CNE debe mostrar las actas, que no lo hará, porque sería evidenciar su robo, insiste que se respete la voluntad del pueblo, ¿pero qué más fuerte expresión que la votación? Que dialoguen... ¿pero sobre qué? ¿La transición? Olvidando que Maduro es un maestro en dilatar con diálogos, Lima, Barbados, Noruega, México.
Desnudó también la errática política americana y lo burlada que ha sido por Maduro, y cómodamente descarga soluciones en la troica del Foro de Sao Paulo, México, Brasil y Petro, que por afinidad ideológica proponen alternativas inviables como repetir elecciones, mientras el régimen se atornilla a punta de una de una brutal represión con asesinatos, más de 2.200 retenciones y una burda y supuesta “legalidad fabricada” de un Estado capturado por el régimen.
María Corina desnuda como mediando poderosos intereses económicos y políticos, la comunidad internacional se lava con desteñidos comunicados y evidencia también a Petro quien, como abanderado de la “Potencia de la vida”, aboga por la causa Palestina pero se queda corto en la tragedia del Cauca y Nariño, y mudo frente el aplastamiento de la población venezolana, silencio que puede explicarse porque la caída de Maduro frenaría la trinca de los carteles colombianos con el de los soles, se suspendería el abastecimiento a Cuba -su “conveniente garante” en los procesos de paz-, se conocería la verdad sobre lo dineros que el régimen supuestamente le dio a la campaña, los viajes de Benedetti y una larga lista de complacencias revolucionarias.
Mientras tanto, al mundo le quedó grande María Corina con su inmensa movilización y actitud pacifista. Un Nobel le queda corto: ella denuncia una tragedia humana sin límites, objeto de otra columna. Sin más discusión y usando su misma ideología, hay que usar todas las herramientas de lucha para sacar a Maduro del poder
