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Colombia desde hace un tiempo viene con una matriz energética prácticamente deficitaria: la oferta es casi similar a la demanda. En los últimos cinco años solo entró el 16 % de los proyectos esperados, retraso atribuible sustancialmente al MinInterior, por los cientos de consultas previas no gestionadas; a MinAmbiente, por su prejuicio ideológico frenando aún las energías limpias; y a MinMinas, con una CREG carente de expertos. Lo anterior, sumado a la falta de subastas, reglas del juego cambiantes y mensajes hostiles, arroja como resultado que para los próximos tres años ya tendremos déficits de energía firme anuales superiores al 3 %.
Este gobierno se ha salvado de un racionamiento por una Niña prolongada de más de 28 meses, pero no descartemos que a un nuevo gobierno le toque un Niño fuerte en el 2026-27. Como los sistemas hay que diseñarlos para atender demanda pico —que para este 28 de octubre era de 243,8 GWh/día (Gd)—, pero con el crecimiento de la demanda más el incremento de consumo en periodo Niño, probablemente necesitaremos alrededor de 261,2 Gd al inicio del nuevo gobierno. Para atender esta demanda contamos con alrededor de 114 Gd entre térmicas (carbón y gas), biomasa, cogeneración solar y eólica. Los aportes hidro oscilan entre 90 y 250 Gd, pero es fácil que en un Niño esperemos alrededor de 100 Gd, resultando que tendíamos un faltante diario de aproximadamente 47,2 Gd, y que, con la energía embalsada hoy, contando mínimos operativos, resulta que no aguantamos más de 265 días.
En resumen, el sistema no dará para un Niño largo y las probabilidades de un apagón en el 2027 son muy altas. Para agravar la situación, el país ya tiene déficits importantes de gas derivados del freno a la oferta nueva que hizo el desgobierno. La oferta eléctrica, ya deficitaria, tiene componentes de energía fósil (líquidos, carbón y gas) con mayoría de plantas obsoletas que, en un sistema de precios marginales y la falta de suficiente oferta de bajo costo, hace que las plantas ineficientes marquen los precios, generando unas rentas muy altas para los demás generadores, y si le sumamos una tasación de precios de distribución inadecuada, unas líneas de transmisión deficitarias que generan severas restricciones, además todo pagado por el consumidor final, nos lleva a precios de energía de al menos un 30 % superiores al promedio latinoamericano, y de un 45 % superiores al mundial. Altos precios que, de paso, deprimen el consumo de energía a 1.540 kW/h al año vs. un promedio regional de 2.500 kW/h.
En transmisión, los retrasos en la expansión suman alrededor de seis años en la región sur occidental y oriental y cerca de tres en la Caribe. Bogotá esta ad portas de un apagón por falta de transmisión. Adicionalmente, un informe reciente de XM muestra que tenemos 51 subestaciones que superan nivel de corto circuito, 167 restricciones eléctricas operativas en red completa, 60 restricciones declaradas en alerta o emergencia entre otras, que podrían comprometer la seguridad y confiabilidad del sistema. No contentos con esto, y así como en la salud el gobierno actual generó una crisis con el “CHU, CHU, CHU”, en energía han hecho lo mismo, con deudas totales que suman los 5.9 billones estamos a nada de un apagón financiero sistémico. Todo lo anterior está incubando un Petro-apagón.
