Lo que pudo haber sido una gran suerte, hay que reconocerlo, ha sido muchas veces una pesadilla. América Latina descubrió en el siglo XIX, y volvió a experimentarlo en el XX, que el vecino del norte, Estados Unidos, podía trocar su rostro amable de país tolerante y democrático por el de una potencia imperial, errática y arbitraria. El yanqui, ese “paisano inevitable”, como dijo Coronel Urtecho de Rubén Darío, podía defender de forma escrupulosa la separación de poderes y la legalidad en casa, y despreciar al latinoamericano recomendando para él la crueldad y el latrocinio. Eso es verdad y eso fraguó un recuerdo ingrato. Para...
Conoce más
Temas recomendados:
Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
