Publicidad

El enemigo interno

Carlos Granés
19 de noviembre de 2021 - 05:30 a. m.

Ahora que estoy muy cerca de ponerle punto final a un largo ensayo sobre la historia cultural y política de América, llega ese momento, qué remedio, de intentar sacar algunas conclusiones. O, más modestamente, de señalar ciertos hallazgos que han ido acumulándose y que reunidos se convierten en indicios de formas de pensar y actuar que se repiten a lo largo del tiempo. Formas de pensar y actuar, además, que han conducido sistemáticamente a lo mismo: la exclusión nociva o fatal del otro.

El asunto empezó a mediados de los años 30 del siglo pasado. Hasta entonces América Latina había tratado de examinarse y definirse y comprenderse, y aunque hubo diagnósticos muy pesimistas —se habló de razas enfermas y de mestizajes innobles—, predominó el optimismo y hasta la arrogancia. América Latina podía ser más débil militar y económicamente que Estados Unidos, se dijo, pero espiritualmente éramos muy superiores. Aunque hacían puentes y cosechaban dólares, en el fondo ellos eran solo unos bárbaros incapaces de disfrutar de los más elevados dones, el arte y el erotismo, que en cambio embriagaban el espíritu latino.

Pero entonces llegaron los años 30 y esa chulería latina degeneró en nacionalismos belicosos, en caudillos de broma y hasta en guerras. Bolivia y Paraguay se autoaniquilaron peleando por un trozo de desierto, y de aquel cataclismo surgió una mentalidad nueva. O, mejor, una nueva forma de entender los problemas americanos. La culpa de la derrota, dijeron los vencidos, no había sido de los paraguayos sino de las élites políticas y económicas vendepatrias que gobernaban Bolivia. El problema no estaba afuera, estaba adentro. Se había permitido que engendrara una mentalidad colonial que denigraba lo propio y que debilitaba las fuentes nutricias de la nacionalidad.

Empezaba a consolidarse uno de los fenómenos más nocivos de la historia reciente de América Latina: la creencia de que los problemas no eran un asunto colectivo, de malas decisiones o de ideas perniciosas, sino del perverso influjo que ejercían los sectores no comprometidos con las raíces, las instituciones (el ejército) y la cultura nacional. Los primeros en señalarlo fueron los nacionalistas bolivianos, pero después vino Perón, que excluyó de la nacionalidad a los no peronistas, y más adelante llegaron los generales golpistas, cuya doctrina fue precisamente esa, la eliminación del enemigo interno. Nacionalistas, populistas y militares compartieron la misma mentalidad. El Mal estaba encarnado en una parte de la población con fidelidades dudosas.

Curiosamente, los tres señalaron el mismo enemigo: los judíos, los liberales y los comunistas. Es decir, los cosmopolitas y los internacionalistas; los sectores de la población influenciados por corrientes culturales extranjeras, conectados comercialmente con el resto del mundo o comprometidos con causas morales universales. Ese ha sido el blanco de los movimientos nacionalistas y autoritarios en América Latina. Todos han tenido la misma matriz, el nacionalismo victimista que explica sus fracasos a partir del efecto nocivo de una parte de la población contaminada, cancerosa, que debe ser amputada.

Y esa forma de pensar no se ha ido, ni siquiera se ha combatido, sigue ahí, a la espera de nuevos demagogos que sepan explotarla.

 

PEDRO(90741)19 de noviembre de 2021 - 11:05 p. m.
Cuenta regresiva: faltan 261 días para que termine este embustero gobierno. Y está en usted evitar que se repita, no dejándose manipular ni convencer por medios y personas que por fanatismo siguen a un caudillo sin escrúpulos.
Luciano(2xcnw)21 de noviembre de 2021 - 01:44 p. m.
Curioso, que nunca, nadie, recuerde que somos hijos del absolutismo hispano-católico. Alberdi lo describió para la Argentina (y murió pobre y olvidado). Nación única para fe única. La América que funciona se limita a los EEUU y -en parte- Canadá, donde "creer" es un derecho individual.
Lorenzo(2045)20 de noviembre de 2021 - 05:46 a. m.
De lópex/santox/oxpinas/holguinex y pardos está hecha la "sociedad civil". Las cuchachas familias autodeclaradas así mismas como víctimas desde el malandrín Francisco de Paula. El único enemigo de estos piscos queridos es la Filosofía y Historia; la que amputaron del pénsum de educación básica. Los curas y su universidades privadas (opusdeisian educativo) y las arboledianas/javerianas/andinas...
  • Lorenzo(2045)20 de noviembre de 2021 - 05:51 a. m.
    ...desde el pre-neoliberal ospinavasquez (1922-1926) que le escribía a sus hijos, estudiantes en la Europa caché: "nada de filosofía, ni lenguas letras; solo números". El enemigo interno es la INVESTIGACIÓN: por eso no hay producción de conocimiento: desde Núñez y sus nuncios pedófilos solo dogma ventiao. Odían y temen el librepensamiento. Esta "sociedad civil" solo ama las fuerzas del mercado.
Libardo(10892)20 de noviembre de 2021 - 05:09 a. m.
Simplistas las conclusiones, ojalá sean fruto de la brevedad y no del estudio el que creo enjundioso. El poder está íntimamente ligado a la capacidad económica, a la explotación de las riquezas, la propiedad de la tierra, la exclusión, la represión de la diversidad de pensamiento y de un complejo de machismo que ha contagiado hasta algunas damas poderosas. Ojalá fuera el fruto de la bobería.
jose(60774)20 de noviembre de 2021 - 12:26 a. m.
Súmele los regionalismos, que es lo mismo, pero a pequeña escala.
Ver más comentarios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar