La cuestión es la siguiente: puede que el populismo de izquierdas apele al amor al pueblo, a la paz y a la emancipación tercermundista, y puede que el populismo de derechas apele a la seguridad, a la modernización y a la restauración de valores tradicionales, pero ambos desembocan en el mismo lugar: la tentación autoritaria. Lo vimos con Venezuela y Nicaragua, dos países que enarbolaron hasta la náusea los tópicos izquierdistas, y ahora lo vemos en El Salvador y Brasil, sus contrapartes derechistas, cuyos presidentes Nayib Bukele y Jair Bolsonaro creen tener la misión divina de salvar a sus respectivas patrias siguiendo en el poder.
23 Sep 2022 - 5:30 a. m.
El populismo de derechas arremete
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