Los juegos salvajes en política son riesgosos porque nunca se sabe quién va a sacar provecho de ellos. En España, por ejemplo, el populismo de Podemos enemistó a la gente con las élites, dividió y polarizó la sociedad, fomentó un anhelo de cambio y un antieuropeísmo nacionalista, para que luego llegara el populismo de derecha y capitalizara mucho mejor el descontento y el descrédito de la política tradicional. Nada más peligroso que despertar bajas pasiones y desafecto hacia el sistema o las instituciones, porque siempre puede llegar alguien más radical, más extremista, más salvaje a prometer cambios más abruptos.
En Colombia,...
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