Deplorando lo sucedido, el país recibió perplejo el incidente que agitó, desde el 4 de febrero pasado, el ambiente de la Corte Constitucional por cuenta de un solo magistrado: Jorge Pretelt, el presidente elegido ese día por precaria mayoría, con tres constancias de voto en blanco y cuatro votos en contra de su nombre, pese a la tradición de elegir presidente al vicepresidente de la corporación tan pronto vence el período respectivo.
Gracias al coraje del abogado Víctor Pacheco, quien le contó al magistrado Mauricio González Cuervo que su colega Pretelt le había pedido $500 millones para él, González, ponente de una tutela instaurada por Pacheco como apoderado de Fidupetrol, la versión de la propuesta cayó sobre la mesa de la Sala Plena y dio origen a la reacción de los magistrados que objetaron la exaltación del aspirante travieso y observaron atónitos cómo los magistrados Luis Carlos Guerrero, Gloria Stella Ortiz, María Victoria Calle y Marta Sáchica lo avalaron. El voto del mismo Pretelt lo salvó del naufragio.
Entre más vivimos más vemos. Resultó extrañamente desusado que la prensa nacional y los noticieros de radio y televisión no registraran la Presidencia de Pretelt. Fue que el gesto de los cuatro opositores le bajó el perfil y consiguió que le aplicaran la campana neumática a un suceso que, en circunstancias diferentes, lo hubiera emocionado hasta el paroxismo. Conocida la denuncia, el país entendió por qué el magistrado denunciado apagó el eco de su pírrico triunfo de dignatario mayor.
El estreno de la condición de presidente del doctor Pretelt fue, pues, melancólico. El Tiempo, El Espectador, Semana, Caracol, RCN, CM&, Noticias uno y el resto del sector periodístico, difundieron la indignada reacción del doctor González Cuervo en defensa de su honra y la solidaridad de sus tres colegas, dándole por primera vez el estatus de presidente al intrépido Jorge Ignacio y destacando lo que ya en los medios judiciales se conoce como “el pretelazo”.
Yo no recuerdo un antecedente igual en ninguna Corte ni Consejo. Votos en contra o por otro u otros candidatos a su primera dignidad, sí. Los que se quiera. Pero un veto terminante y rotundo por razones de orden moral contra un nombre específico, nunca. Si esa flecha la lanza un magistrado lastimado en la Corte encargada de preservar la integridad y la supremacía de la Constitución, la patología de la crisis no es para esperar sentados lo que aún no se sepa. Una brasa mal puesta suele quemar la casa.
$500 millones. Ver que de esa forma se tasa la interpretación de las leyes y el respeto a las sentencias de los más empinados jueces de nuestra república, es sentirse en medio de un tráfico que jamás se enseñó en las facultades de derecho. Pienso en las directivas actuales de las universidades del Rosario y Sergio Arboleda, en Carlos Holguín y en Álvaro Gómez si estuvieran vivos.
Estos bochinches duelen por el país y por la tradición de probidad que enaltecía a nuestra Justicia, modelo y ejemplo en América Latina. Pero también duele por la Costa Caribe (la de Simón Bossa Pereira, José Gabriel de la Vega, Carlos Gustavo Arrieta Alandete, Pablo J. Bustillo, Aníbal M. Osorio, Pedro Pacheco Osorio, Álvaro Pérez Vives, Ismael A. Güete, Rodrigo Noguera Laborde, Ramón Miranda).
El doctor Pretelt sorprendió al país en 2013 con un “fallo histórico”. Ahora lo sorprendió con un escándalo histórico. No hay duda de que es un mimado de la posteridad.
