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Nuestro ciclo lunar: democracia menguante, autocracia creciente

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Carlos Gustavo Cano Sanz
18 de junio de 2025 - 05:05 a. m.
"La consigna del gobierno del cambio, paseándose por encima de la Constitución y las leyes, es: si el Congreso, o las altas Cortes, o la autoridad monetaria independiente, o la Regla Fiscal y su comité autónomo, o los gobernadores y alcaldes, o las Fuerzas Militares y de Policía, se interponen en su marcha, pues hay que arrasar con toda esa robusta institucionalidad" - Carlos Gustavo Cano
"La consigna del gobierno del cambio, paseándose por encima de la Constitución y las leyes, es: si el Congreso, o las altas Cortes, o la autoridad monetaria independiente, o la Regla Fiscal y su comité autónomo, o los gobernadores y alcaldes, o las Fuerzas Militares y de Policía, se interponen en su marcha, pues hay que arrasar con toda esa robusta institucionalidad" - Carlos Gustavo Cano
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Fue el día 6 de noviembre de 1985, la nefanda fecha en que se colmó la infamia y se entronizó la impunidad con la toma del Palacio de la Justicia. El día en que se jodió Colombia.

Qué flaca es la memoria. A partir de entonces, los verdaderos defensores de la democracia liberal y las libertades en el cadalso o injustamente ante los tribunales. O en unidades de cuidados intensivos, como hoy Miguel Uribe, un promisorio estadista. O en las tumbas: Guillermo Cano el 17 diciembre de 1986, Luis Carlos Galán el 18 de agosto de 1989, Bernardo Jaramillo el 22 de marzo de 1990, Carlos Pizarro el 26 de abril de 1990, Álvaro Gómez el 2 de noviembre de 1995, entre muchos otros.

Como si fuera poco, ahora nos persigue la pretensión absurda de sepultar el ordenamiento jurídico acordado de manera pacífica y civilizada como nunca en la asamblea constituyente de 1991, un consenso nacional genuinamente plural sin precedentes en el devenir de la República, con la representación de todos los sectores políticos, étnicos, sociales, regionales, de género, sin exclusión alguna.

La consigna del gobierno del cambio, paseándose por encima de la Constitución y las leyes, es: si el Congreso, o las altas Cortes, o la autoridad monetaria independiente, o la Regla Fiscal y su comité autónomo, o los gobernadores y alcaldes, o las Fuerzas Militares y de Policía, se interponen en su marcha, pues hay que arrasar con toda esa robusta institucionalidad para darle paso a la autocracia mediante artificiosas ‘cláusulas de escape’ sin justificación normativa alguna.

¿Cuál izquierda democrática? Nada más alejado de ese ideario, que de ninguna manera es de por sí de naturaleza subversiva contra el Estado de derecho. Por el contrario, resulta esencial para su correcto funcionamiento y una buena gobernanza.

En vez de ello, se trata de un estatismo a ultranza haciendo añicos la iniciativa privada, con el costo más descomunal que hayamos tenido en términos fiscales, sociales y reputacionales, y que desgraciadamente tendrán que pagar las siguientes generaciones.

Una Colombia con sus finanzas públicas hipotecadas; el explosivo incremento del endeudamiento superando con creces nuestra capacidad de atenderlo; un déficit insostenible que va camino del ocho por ciento del producto interno bruto, consecuencia del desbordamiento del gasto sobre los ingresos y de la corrupción rampante; el marchitamiento de la inversión causado por el colapso de la confianza de los agentes económicos, motor insustituible del crecimiento y la generación de empleo; y su elemento conexo y determinante, que emana de la inseguridad personal y jurídica sobre derechos sagrados y fundamentales como son la vida, la libertad y la propiedad, entre muchas otras fracturas de la institucionalidad, constituyen la más severa amenaza contemporánea contra nuestra viabilidad como Nación.

El amorcillamiento de la dirigencia –política, gremial, sindical, empresarial, académica-, o, para decirlo en buen romance, su acomodamiento a los vientos que más soplen bajo la sombra de la complacencia o la complicidad, soslayando los valores que le dieron origen a esta Patria, resultaría imperdonable.

* Ex codirector del Banco de la República.

Carlos Gustavo Cano Sanz

Por Carlos Gustavo Cano Sanz

Economista de la Universidad de los Andes; con maestría de la Universidad de Lancaster; posgrado en Gobierno, Negocios y Economía Internacional en la Universidad de Harvard. Fue ministro de Agricultura, director del Banco de la República y director de Ecopetrol. Actualmente es profesor de la Universidad de los Andes.
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Aquiles Brinco(jhlcb)18 de junio de 2025 - 11:05 p. m.
Simple y llanamente, es la materialización de la crónica de la destrucción del país, q’ se previa en caso de q’ el exguerrillero llegara a la presidencia.
Atenas (06773)18 de junio de 2025 - 11:04 p. m.
Tarde por mis ocupaciones tengo q’ leer esta excelsa columna y aquilatada como la q’ más. Y no sin desconocer q’ su encomiable e irreprochable aserto no es apto pa jauría dada su precariedad mental, pues qué se le puede pedir a quien piensa con el estómago. Tal es la amarga realidad del país q’ va cuesta abajo en su rodada y sin ya nada q’ lo detenga y entre el alborozo de sus huestes q’ no alcanzan a dimensionar q’ ellos más comerán de la mierda q’ será el caldo nacional con ese criminal.Atenas
haji(3766)18 de junio de 2025 - 09:38 p. m.
Y las veces que Álvaro Uribe, pasó por ebcima de la constitución qué? o no mas mire pal norte y verá lo que hace Don Trump o pal sur Milei
Alicia Rey(36705)18 de junio de 2025 - 07:14 p. m.
Los cargos que este columnista ha ocupado muestran el porqué de sus opiniones. Afortunadamente hay otras maneras de mirar el país y confiar en los cambios que se están logrando con el apoyo de esa Colombia que nunca fue tenida en cuenta por los gobiernos pasados. Bienvenido el cambio.
Mario Giraldo(196)18 de junio de 2025 - 04:21 p. m.
Aprobaron reforma laboral, sigue el tramite de la pensional. Todo dentro del marco institucional. Nada mal para una semana de trabajo.
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