Sin la explotación de nuestros abundantes yacimientos no convencionales de hidrocarburos –petróleo y gas–, mediante la técnica de la fracturación hidráulica o fracking, Colombia sacrificaría su soberanía energética. Torpe paso ha sido su prohibición oficial por razones puramente ideológicas, sin sustento científico serio alguno.
En el caso del gas natural, perdimos la autosuficiencia por la paralización deliberada de los proyectos piloto en marcha, y de los ‘costa afuera’ en el Atlántico, que nos habrían evitado el golpe que se avecina contra los bolsillos de los hogares más vulnerables del país.
La cuenca del Magdalena...

Por Carlos Gustavo Cano Sanz
Economista de la Universidad de los Andes; con maestría de la Universidad de Lancaster; posgrado en Gobierno, Negocios y Economía Internacional en la Universidad de Harvard. Fue ministro de Agricultura, director del Banco de la República y director de Ecopetrol. Actualmente es profesor de la Universidad de los Andes.
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