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En 2024, la Asamblea General de la ONU adoptó el Pacto para el Futuro, una hoja de ruta para la organización en el siglo XXI. En ese contexto, en octubre se celebró en Japón la 4.ª Conferencia de Ciencia Abierta y Open Scholarship, donde se reafirmó que la ciencia abierta es una prioridad para implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y cerrar brechas científicas globales.
A pesar de los avances científicos miles de millones de personas -especialmente en países en desarrollo- siguen sin acceso significativo al conocimiento científico, a infraestructuras de investigación o a tecnologías emergentes. La ciencia abierta constituye una vía transformadora para revertir estas desigualdades, promover la innovación responsable y fortalecer la cooperación multilateral, y por allí iba el planteo de la conferencia.
Formé parte del Comité Consultivo de este evento. Esto implicó reflexionar sobre los temas propuestos, comentar la nota conceptual, contribuir al programa y participar en la elaboración del documento “Communiqué of the Conference Advisory Committee”. En él, los miembros del comité expresamos nuestra posición colectiva sobre la importancia de la ciencia abierta, sus retos y las orientaciones políticas necesarias para convertirla en un catalizador del futuro de la humanidad.
El comunicado sostiene que la ciencia abierta -según los principios de la Recomendación de la UNESCO- promueve el acceso al conocimiento, la colaboración internacional, la equidad científica y el bien común global. También reconoce los obstáculos existentes: barreras técnicas, institucionales y geopolíticas que impiden una participación plena y equitativa en sus beneficios.
El llamado es a que los Estados Miembros, las organizaciones internacionales y otros actores impulsen políticas, infraestructuras, marcos regulatorios y formas de cooperación que hagan posible una ciencia abierta verdaderamente inclusiva.
Aproveché la elaboración del comunicado para invitar a mis colegas a reflexionar sobre los cambios derivados de la masificación de los agentes de inteligencia artificial (IA), en particular del aprendizaje automático. El comunicado reflexiona sobre la captura y explotación asimétrica de datos. Esto para mi es importante porque se trata de un fenómeno que ya mostraba desigualdades, que hoy permiten concluir que han contribuido al desarrollo de una cultura predatoria. En consecuencia, si quienes defendemos la ciencia abierta no promovemos mecanismos de protección, podríamos estar aportando a que se deteriore la confianza de comunidades y colectivos cuyos intereses difieren de los del mercado.
El documento incorporó esta preocupación con el siguiente señalamiento: La rápida expansión de los modelos de negocio basados en la recopilación de datos, incluidos los procedentes de sistemas de inteligencia artificial y aprendizaje automático, ha acentuado las asimetrías existentes en la recopilación, el uso y la gobernanza de los resultados de la investigación. Estos desequilibrios pueden agravar las desigualdades en el acceso y la participación en la producción y los beneficios globales del conocimiento. Si bien la ciencia abierta es muy prometedora para fomentar la inclusión y la colaboración, también requiere salvaguardias para evitar la apropiación involuntaria de conocimientos y datos por parte de actores con mayores recursos o influencia.
Confío en que el comunicado motive acciones para revisar, sistematizar y poner a prueba mecanismos que distingan entre usos justos y usos predatorios de los datos. Tenemos que revaluar el enfoque de ciencia abierta centrado solo en apertura, sin considerar la gestión comunitaria y sus límites, porque esto puede resultar contraproducente. Con frecuencia, “apertura” se equipara equivocadamente con “igualdad”, cuando la competencia entre instituciones y empresas con vastos recursos y actores sociales con capacidades limitadas es claramente desigual.
El comunicado tocó también esta idea. Hacia el final del texto se indica que las disparidades tecnológicas reflejan desigualdades estructurales más amplias y afectan de manera desproporcionada a las sociedades del Sur Global. Propusimos aprovechar experiencias existentes e identificar medidas eficaces para tratar estas asimetrías, por ejemplo, mediante licencias justas y mecanismos equitativos de distribución de beneficios que fomenten la transparencia, la rendición de cuentas y la confianza mutua.
Reconozco que es una petición que todavía no tiene respuestas claras. Podría hacerse con compromisos para que el desarrollo de la investigación -en todas sus fases- apueste por la apertura, incluído el hardware libre y la experimentación con formas abiertas de IA, por ejemplo.
Precisamente en este llamado final se ubican, a mi juicio, los principales desafíos de política pública para países como Colombia. Mientras la IA avanza con enorme rapidez, la capacidad institucional para responder a sus impactos sigue siendo limitada. Resulta indispensable invertir recursos para garantizar que el ciclo de producción de conocimiento sea abierto y desarrollar mecanismos de gobernanza de datos que identifiquen y atiendan las asimetrías existentes y creen las capacidades necesarias para experimentar, evaluar y diseñar alternativas en la gestión de datos y en su uso por sistemas de IA.
Reconozcamos también que estas acciones recaerán principalmente en actores privados -como universidades, centros de investigación, sociedad civil, etcétera-, pues en ciencia abierta el Estado suele ser esencialmente articulador.
