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Dejando la dirección de una organización excepcional

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Carolina Botero Cabrera
03 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.
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Hace unos días la Junta Directiva de la Fundación Karisma eligió una nueva codirección para esa entidad que he dirigido por una década. Así termina la primera fase del proceso de transición para el fortalecimiento de la institucionalidad y gobernanza de la Fundación Karisma que lleva ya un año. Con una nueva dirección, Karisma seguirá trabajando porque la tecnología digital sirva para conseguir la justicia social y mantener su voz en defensa de los derechos humanos. Esta es una columna muy personal.

Hay muchas formas de crear y crecer organizaciones en los diferentes sectores de la sociedad, una de ellas es que una persona toma el liderazgo y la saca adelante con un gran sacrificio personal (y familiar), a pesar de -a veces incluso gracias a- la escasez de recursos, los desafíos y los múltiples dolores del crecimiento. El resultado termina vinculando en forma estrecha a la persona con la organización, haciendo difícil -con demasiada frecuencia- incluso diferenciar una de la otra.

Esto es meritorio. Si el proceso sale bien se genera una gran confianza entre la persona con otros actores del sector y puede ser una forma eficiente de desarrollar una organización. En mi caso, recibí una pequeña organización local enfocada en tecnología para educación y la convertí en una organización de derechos digitales referente no solo en Colombia sino a nivel regional y con presencia global. ¡Fue un gran honor ocupar este cargo! Aprendí mucho, incluso de los errores que son uno de los elementos más formativos del proceso.

A riesgo de sonar petulante, sé que quienes han estado en esta posición saben de lo que hablo cuando digo que no sé cuántas veces me han preguntado y yo misma me he cuestionado: ¿Qué sucedería con la organización si algo me pasara?, ¿está preparada para que otra persona continúe el trabajo?, ¿habrá crisis?, ¿mi liderazgo personalizado está siendo un escollo por una apuesta más grande? -como contar con pluralidad de voces y liderazgos sobre el tema-, ¿conservo mi capacidad disruptiva -clave para el liderazgo- o con el tiempo entré en una zona de confort? También hay otras preguntas más personales: ¿Cómo está mi salud?, ¿estoy dejando tiempo a mi familia y amistades?, ¿me estoy quemando? ¿cuándo es el momento para dejar de hacer lo que a una le gusta?

Hay muchas respuestas a estas preguntas y cada quien recorre su propio camino, pero dado que he pensado en esto por años quiero compartir parte de esas reflexiones como una forma de exorcizar el proceso y compartirlo con quienes estén pasando por algo parecido, ya lo hayan experimentado, lo tengan en sus planes o simplemente les interese. Me encantaría también conocer otras experiencias, preguntas e imaginar nuevas respuestas. Más que rumiar estas cosas en soledad puede ser valioso hacerlo en colectivo.

Mi punto de quiebre, el que inclinó mi decisión, fue que como defensora de derechos humanos concluí que los valores democráticos -entre los que están los controles y la alternancia del poder- que hacemos exigibles al poder público, los considero deseables y aplicables al sector privado y social. Es decir, estoy convencida de que hay más beneficios que desafíos en buscar el recambio de liderazgo y decidí avanzar por ahí. Para pasar a la acción compartí mi inquietud con otras personas en diferentes contextos, escuché, procesé y llevé la idea a la Junta que me apoyó en el desarrollo de un plan para lograrlo y los financiadores también se unieron en el proceso.

En lo personal confieso que no fue fácil decidir voluntariamente dejar la dirección de Karisma. Me gusta lo que hago, disfruto trabajar con el equipo de la fundación, me gustan los temas que abordamos, me encanta desarrollar estrategias para usar la credibilidad que hemos construído en la búsqueda de cambios y me da satisfacción representar esta organización. Pero, de nuevo, ya fue evidente para mí que había llegado el momento, que Karisma está lista y que yo también lo necesito.

Aunque todavía nos faltan detalles acá y allá, Karisma cuenta con una sólida institucionalidad. Hoy en día la nueva co-dirección de Karisma imprimirá su sello y energía, pero existe la suficiente institucionalidad para que su funcionamiento no dependa de las personas que asuman este rol. El proceso nos ha mostrado también que hay un esquema de gobernanza suficientemente fuerte y comprometido que seguirá trabajando en mejorar estos aspectos y la organización tiene un equipo humano impecable.

Desde que empezamos sabíamos que el proceso de transición no se trata, en nuestro caso, de definir una ruta detallada. Eso sí, acordamos la meta: garantizar la sostenibilidad de la organización con el fin de que pueda continuar su labor. Por esa meta se han unido los esfuerzos de la Asamblea, la Junta, el equipo humano y me ha servido de timón e inspiración. Es el mensaje que hemos transmitido a financiadores, aliados y contrapartes. Esto no garantiza la unanimidad, no significa que todas las personas involucradas están de acuerdo con cada paso del proceso. Significa que podemos mirar más allá de los retos de la cotidianidad para evaluar, tomar decisiones y acompañarlas.

Para esta nueva etapa la Junta escogió un modelo de co-dirección nombrando a María Catalina Moreno y Juan Diego Castañeda, ambos abogados que aprendieron de derechos digitales al interior de Karisma, con conocimientos y experiencias complementarias. Sus nombramientos suponen para la organización un recambio generacional en el que el modelo potencia lo mejor de los perfiles de ambos. Supone también desafíos para la gestión, pero se mitigan con su capacidad de trabajo en equipo y el beneficio que supone navegar los retos con lógicas de diálogo y pluralidad. Estoy segura de que Karisma quedó en muy buenas manos, que la perspectiva de género seguirá siendo una prioridad y deseo que esta pareja coseche más y nuevos logros y éxitos para Karisma y como extensión para los derechos digitales.

La organización que nació con el siglo está lista para seguir incidiendo en política pública, aprendiendo y apoyando a otras organizaciones; buscando espacios para combatir la discriminación; abogando por el interés público allí donde se da la intersección entre tecnología y derechos: y para seguir dialogando y construyendo espacios de conversación con los diferentes sectores, social, privado y público. Yo paso a ser asesora de la dirección y desde allí acompañaré por un tiempo el resto del proceso en articulación con la Junta.

Finalmente, todavía no sé exactamente lo que haré a futuro, además de acompañar a Karisma. Sé, eso sí, que son tantos los retos del sector que no me faltará oficio. Entre otras cosas, gracias a la confianza de El Espectador, seguiré hablando por esta columna -como desde hace doce años- sobre los desafíos de política pública, los cambios sociales y los impactos en derechos humanos que provoca la creciente digitalización de nuestra sociedad.

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Alamo(88990)06 de febrero de 2024 - 12:23 a. m.
Muchas gracias por su valioso aporte en esa área tan compleja respecto de los derechos ciudadanos. Cuánta falta hace continuar profundizando en ellos. Los mejores augurios en su carrera.
Alicia(96078)03 de febrero de 2024 - 11:29 p. m.
Muchas gracias por un trabajo abnegado y productivo. A muchos ignorantes, como yo, nos enseñó sobre los derechos digitales y como la tecnología puede inducir cambios en favor de todos pero en especial de las minorías. Que su nueva gestión siga por el camino abierto con inteligencia, responsabilidad y dedicación
Camilo(3yl69)03 de febrero de 2024 - 10:57 p. m.
Carolina gracias por tu tenacidad y trabajo.
jorge(3766)03 de febrero de 2024 - 02:52 p. m.
Gracias por su honestidad
Nelson(11961)03 de febrero de 2024 - 02:43 p. m.
Muchas gracias! Gran trabajo, legado y camino.
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