Durante la polémica surgida por la #Leylleras entendí que la apuesta del Gobierno por la participación era pre-internet. Se basa en formas de comunicación de los medios tradicionales (unidireccionales y emisores, ej. TV o radio), donde el proponente emite y la participación se limita a pequeñas ventanas de comentarios.
El Gobierno parte de una interpretación de TLC intocable que se impone y esto se refleja en el desconsuelo de un funcionario cuando me indicaba cómo a pesar de los foros en que participaban los detractores no entrábamos en razón. Afirmaba que no participarían en “mesas concertadas” o metodologías similares, pues la estructura propuesta no se negocia.
Nosotros en cambio pedimos un diálogo abierto y amplio que permita la participación ciudadana para reconstruir el texto en consenso. Puede ser una plataforma tecnológica pero debe ser mucho más, debe tener foros regionales presenciales y precisamente reconocemos que el verdadero valor del proceso está en las personas y en las voluntades institucionales.
Después del receso legislativo y a instancia del senador Galán se relanzó esta semana www.democraciaenlinea.co para debatir con los internautas la #Leylleras. De nuevo, la estrategia se soporta en un sitio con arquitectura cerrada y sin privacidad. Pero esta vez, con el compromiso de un grupo de ponentes (Galán, Avellaneda y Barreras) de movilizar el diálogo para “introducir y conciliar los argumentos de todos en la ley” (nos aseguraron los asesores de Galán), se supone que es diferente del teléfono roto promovido hasta ahora.
Esperemos que lo que no logra la arquitectura del sitio lo hagan los senadores, que no se perpetúe el diálogo a puerta cerrada del que se hizo gala en la redacción y aprobación del proyecto. Por ahora se invita a chats semanales con senadores y oficina de derecho de autor “para resolver inquietudes”, lo que aparentemente nos pone en el escenario vertical inicial sin entender que los internautas-ciudadanos participamos para dialogar. Mi apuesta en este proceso es como mínimo dejar antecedentes de participación ciudadana, así sean fallidos, para construir cultura de diálogo y mostrar al Estado que puede hacer ejercicios ciudadanos asociativos y no sólo de autoridad. Ejercicios que harta falta nos hacen en Colombia.
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