Hay una postal alemana de finales del siglo XIX en la que, en la misma imagen, están el perfil de una mujer joven y el de una mujer vieja. A primera vista solo se ve a la joven. Requiere paciencia y atención encontrar a la mujer vieja pero, cuando la ves, ya no la dejas de ver. Algo así es la posición del interés público en el sistema de propiedad intelectual, puede no ser evidente para muchas personas inicialmente, pero allí está y es parte integral de la imagen.
La postal es una buena metáfora de lo que debería ser la posición de los Estados en propiedad intelectual: aunque lo primero que salte a la vista sea el individualismo propietario que se vende como motor de desarrollo e innovación, es necesario reconocer que esto no será posible si no se alimentan y mantienen el interés público y la ganancia colectiva.
Mientras que la autoridad nacional de derechos de autor de nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, declara que su misión es trabajar para “el beneficio de todas las personas”, revisé la misión de cinco autoridades nacionales de derechos de autor en América Latina y no encontré un lenguaje que representara esa complementariedad.
Tres países definen su misión en torno al cumplimiento de la ley. Es el caso de Uruguay, México y Chile, mientras que Argentina y Colombia la definen a partir de la protección de los derechos de autores y titulares. Queda claro que desde el diseño institucional hay un desbalance.
Aunque la pandemia mostró la necesidad de flexibilizar la propiedad intelectual, nada cambió. Frente a los desafíos de las vacunas, los medicamentos, los tratamientos o la educación remota, se discute la necesidad de que los países cuenten con excepciones legales para equilibrar el sistema, pero la resistencia oficial va ganando y, a pesar de estar frente a una emergencia tan grande, no hubo ajustes en la aproximación.
La propuesta consiste en aprovechar la capacidad colectiva para producir vacunas y medicamentos, reparar y ajustar dispositivos y dar acceso a contenidos y herramientas cuando las circunstancias de emergencia así lo exijan - evitando que la propiedad intelectual se convierta en una barrera-, pero la humanidad no ha estado a la altura de este reto.
Una consecuencia evidente es que la protección de la propiedad intelectual y la confidencialidad de las negociaciones sirvieron para aumentar el poder de las farmacéuticas. Aunque son acuerdos secretos, con documentos filtrados se han dado investigaciones periodísticas y académicas que vienen analizando los contratos firmados por los países para adquirir las vacunas, y evidencian los desequilibrios. En América Latina les hicieron peticiones exageradas, al punto de que personas funcionarios de algunos países de la región se sintieron matoneados.
Además del acceso universal a medicamentos y a tecnologías para la salud que se benefician de mecanismos abiertos y flexibles, en general el avance en educación y ciencia requiere de miradas flexibles que recuperen el equilibrio y garanticen el acceso al conocimiento y la cultura. Se trata de hablar también del rol de las escuelas, universidades, bibliotecas o museos, y no solo de la industria, por ejemplo.
De otra parte, el tema incluye otros espacios de debate como el del conocimiento tradicional, que enfrenta sus propios retos frente a la predominancia del sistema de propiedad intelectual. Entre los nuevos desafíos debemos pensar en cómo se trasladan las garantías de ese equilibrio a los nuevos desarrollos del entorno digital. Piensen, por ejemplo, en la inteligencia artificial.
Hace una década, en un encuentro entre unas decenas de activistas y personas académicas de todas partes del mundo con un amplio interés en temas de propiedad intelectual, se abrieron una serie de discusiones sobre la necesidad de recuperar la otra cara de este sistema legal para insistir en regulaciones balanceadas.
En un entorno donde prevalecen el mantra de la protección a la propiedad intelectual y su control como únicos motores de la investigación, la innovación y el desarrollo, se celebra una reunión global que propone una agenda positiva para la propiedad intelectual y que reivindica la cara del interés público como elemento esencial y necesario de este sistema, que permite aprovechar el desarrollo tecnológico para la justicia social.
En 2021, el Congreso Global de Propiedad Intelectual e Interés Público será virtual y sucederá la próxima semana, ¡acompáñenos!
Nota: Precisamente el canal de YouTube de este Congreso fue recientemente bloqueado por una aplicación maximalista de las normas de derecho de autor. Esto sucedió porque Lisa Macklem, en su conferencia del año pasado “Acceso Abierto y Derecho de Autor en tiempos de Covid 19″ incluyó unos segundos de una canción contando que eso hizo otra persona en un recurso educativo que terminó bloqueado durante la pandemia por la denuncia del titular que consideraba que su uso era una violación al derechos de autor. ¡Vaya paradoja!
Aunque ambos usos son permitidos, el exceso celo en la protección tiene la capacidad de dejarnos sin canal de difusión este año. Lo que sucedió ejemplifica exactamente la urgencia de esta discusión y nos tiene pensando en plan B pues, ¿quién nos garantiza que esto no se repetirá en una transmisión en vivo la próxima semana?
