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Desde hace cuatro años la Biblioteca Nacional de Colombia celebra el día internacional del dominio público publicando el listado de los autores que murieron en Colombia ochenta años atrás y que, por tanto, su obra pasa al dominio público. Se consolida así una fantástica tradición que nos permite celebrar esta fecha con nuestras propias luminarias colombianas. Un anticipo: ¡a partir de este año la obra de Porfirio Barba Jacob entra en dominio público!
El primero de enero la Biblioteca Nacional de Colombia publicó en su página web la lista de autores cuyas obras están en las colecciones de la biblioteca y que murieron en 1942. Esto es muy especial, porque significa que a partir de esa fecha dichas obras están libres de derechos patrimoniales de autor. Desde ese momento podemos usar y reusar libremente esas obras dándoles una nueva vida, porque de acuerdo con la ley colombiana una vez cumplidos ochenta años de la muerte del autor se vencen los derechos patrimoniales, es decir ya no se requiere permiso de estas personas o de sus herederos, basta reconocer su autoría.
Me uno a esta celebración porque cuando podemos compartir obras legalmente, sin pedir permiso y gratis, se incentiva la cultura y el conocimiento. Se abren nuevas opciones para cine clubs y teatros comunitarios, los músicos pueden darle nueva vida y los problemas con la digitalización que tienen las bibliotecas se acaban para esas obras, ¡pueden incluso colgarlas en sus páginas web! El dominio público da una nueva oportunidad para que se rescaten obras que de otra forma se quedarían guardando polvo en un cajón.
La lista para 2023 trae 28 nombres y entre ellos hay varias sorpresas maravillosas. Pasa a dominio público la obra de un poeta colombiano que no necesita presentación, Porfirio Barba Jacob, quien nació con el nombre de Miguel Angel Osorio Benitez. Su poema más conocido es “la canción de la vida profunda”, que como un presagio incluye la expresión “... hay días que somos tan fértiles, tan fértiles…” y es que será maravilloso que su poesía fertilice mucha creatividad en los próximos años.
En la lista lo que más me entusiasma es encontrar a una mujer (sí, solo una), se trata de la poeta cucuteña Josefa Andrade Berti que escribía con el nombre de Hulda. Desafortunadamente es poca la información que hay sobre ella. Superada mi desilusión por saber más sobre esta poetisa norte santandereana pienso que es una gran oportunidad para investigar su vida y hacer una entrada en Wikipedia.
La siguiente sorpresa interesante es el nombre de Vicente Rojas Lizcano, cuyo seudónimo era Biófilo Panclasta, escritor y político anarquista colombiano. Leyendo un poco sobre él, aprendí que tuvo una vida muy interesante promoviendo las ideas anarquistas y por ello conoció varias cárceles de la época.
Otra sorpresa interesante, hace ochenta años murió el fotógrafo Melitón Rodriguez y por tanto sus fotos que muestran maravillosamente a la Medellín de finales del siglo XIX y principios del XX, ¡pasan a dominio público!
En música encontré a Alejandro Wills, que compuso el “galerón llanero” y “el voluntario” alegrando muchas de nuestras veladas.
Finalmente, algo más aprendí trabajando en esta columna: en 2022 se cumplieron 100 años de la muerte de nuestro autor infantil por excelencia, Rafael Pombo. ¿Por qué esto me entusiasma? Porque significa que desde el 1 de enero de 2023 tenemos la seguridad jurídica de que la obra de Pombo estará en el dominio público en todo el mundo.
Me explico, el plazo que marca la entrada al dominio público depende de la ley de cada país, cada vez hay menos países cuyo plazo es de 50 años (que era el que se establecía en los tratados más importantes de derechos de autor), la mayoría tienen un plazo mínimo de 70 años (como lo exigen los tratados de libre comercio más recientes), pero hay países como Colombia que desde hace décadas tiene 80 años o México donde son 100. Luego, una vez se cumplen 100 años tenemos la seguridad jurídica de que la obra está en el dominio público en todo el mundo porque es el plazo más largo que existe en país alguno.
Me interesa hablar de Pombo porque es un gran ejemplo del impacto del dominio público. Entre las cosas que hizo Rafael Pombo está que recogió cuentos del dominio público inglés, es decir presentes en la cultura popular inglesa, como Simple Simon, y los adaptó para nuestro entorno en el siglo XIX, eso es lo que es Simón el Bobito, por ejemplo. Pombo ejemplifica cómo el dominio público es fuente de inspiración y también cómo su obra ha fertilizado el ecosistema cultural. Durante los últimos 20 años se han publicado gran cantidad de nuevas formas de contar sus cuentos, algo que no solo beneficia a sus pequeños y grandes lectores, también dinamiza la cultura pues permite a las bibliotecas, fundaciones y centros culturales usar tranquilamente su obra. Pero no solo eso, además revitaliza la economía pues las editoriales han publicado diversas versiones e incluso sirvió para que Carlos Vives las recreara musicalmente con la compañía de varios otros artistas y autores. Todo un ejemplo del valor que trae a la sociedad el dominio público.
Nuevamente invito a las entidades que podrían unirse a esta celebración a que lo hagan en 2023 aprovechando la información que custodian. Me refiero por ejemplo a la Dirección Nacional de Derecho de Autor (DNDA) y su registro de autores y obras protegidas, a la Superintendencia de Industria y Comercio por la información del registro de patentes, diseños industriales y modelos de utilidad que custodia y, claro, habría que aprovechar también la que tengan entidades como Patrimonio Fílmico o RTVC.
