Aunque todas las cabeceras municipales chocoanas cuentan con fibra óptica y redes de alta velocidad, solo el 13 % de la población tiene internet, la mayoría en Quibdó. Hay muchos desafíos para tener una buena conectividad allá, tantos que ya no es noticia que el internet se caiga; se volvió paisaje. La capacidad de exigir cambios pasa por entender lo que sucede, y para eso se necesita más y mejor información.
Los bloqueos y cortes de internet son de origen multifactorial. Se dan por el clima, el suministro de energía, el vandalismo, pero también hay intencionales o por descuidos, por ejemplo. La cada vez mayor dependencia que tenemos de internet hace que los cortes y bloqueos a la red sean un problema mundial que genera grandes costos económicos -incluyendo afectaciones en el desarrollo y la competitividad- y tiene graves impactos en derechos.
A Chocó lo conecta una sola empresa, Azteca, a través de un cable de fibra óptica y con una sola torre de control gestionada por ATP comunicaciones. Pierden conectividad durante un par de días cada tanto; se necesita que pase algo más para que sea noticia. En 2022, el departamento estuvo desconectado tres días porque el cable fue cortado y el dueño del predio donde sucedió no dejaba entrar a repararlo. En abril de este año, la desconexión casi total por varios días fue noticia porque al corte programado de energía por mantenimiento se sumó la vandalización de “la” torre y, según dijo la gobernadora, el conflicto económico entre las empresas demoraba la solución.
Además de las interrupciones generalizadas y evidentes, hay otros cortes más invisibles como las microcaídas. En el Observatorio de Bloqueos de Internet (OBI) de Karisma, donde trabajo, hemos estado desarrollando ese concepto para hablar de interrupciones intencionales breves o localizadas del servicio de internet que afectan a áreas geográficas reducidas o grupos específicos de personas usuarias. Nos interesan porque, como a menudo son de corta duración y son de intensidad variable, suelen pasar desapercibidas en los análisis de conectividad global; sin embargo, impactan significativamente en las comunidades afectadas que son las interesadas en entenderlas y documentarlas.
Para eso, OBI desarrolló una metodología que permite investigar y evaluar la calidad del servicio de internet y lo está haciendo en varios lugares de Colombia. Se quiere identificar los factores que las provocan. En Quibdó documentaron dos interrupciones: el 2 de agosto hubo una caída total de la conectividad que duró entre seis y 12 horas, coincidiendo con una gran tormenta que provocó cortes generales de energía. Claro, sin energía se afecta la conectividad y además la sonda que monitorea deja de funcionar. Posteriormente, el 22 de agosto de 2024 se documentó cómo la estación base conectada a la sonda quedó completamente fuera de servicio; esto duró unas tres a seis horas. La investigación en otras fuentes abiertas no mostró fallos eléctricos —y en todo caso se esperaría que esa estación contara con la redundancia suficiente—, pero el análisis de contexto sí mostró coincidencialmente una visita de un alto cargo del Gobierno a la zona. No se puede afirmar que hay una relación de causalidad; sin embargo, debe anotarse para con el tiempo establecer posibles patrones.
La investigación confirma la dificultad para determinar los factores de la interrupción; la población está acostumbrada y, por tanto, no lo comenta en redes sociales, tampoco es noticia en los medios, ni hay comunicados públicos que los expliquen. Adicionalmente, la información que suministran los operadores sobre la afectación del servicio de telecomunicaciones (Resolución CRC 6890/22) tampoco es útil.
Los operadores deben reportar las interrupciones en su tráfico: los de celular, por ejemplo, informan las interrupciones de voz o datos por más de 60 minutos cuando suceden entre las 6 am y las 11:59 pm y si son consecuencia de una falla en el funcionamiento de la red o terminal. Solo deben dar más información cuando la interrupción es por falla del servicio del operador; si la causa es un “tercero” o una “fuerza mayor o caso fortuito” no tienen que profundizar. Ningún reporte de afectación en Chocó en agosto de 2024 correspondió a falla de los operadores.
Reevaluemos este reporte. Se podrían determinar las principales causas detrás de las categorías “terceros” o “fuerza mayor y caso fortuito”. Unas mesas técnicas con los operadores, Gobierno y sociedad civil podrían ofrecer categorías más descriptivas como robo de cables, afectaciones por roedores, incluso actos de actores armados o bandas criminales. En Karisma les diríamos que en los monitoreos por el país vemos que las causas más frecuentes de afectaciones en estas zonas son cortes de energía, problemas en la estación base y cortes totales a la conectividad sin causa aparente.
Con más información se darían herramientas a empresas, Gobierno y, sobre todo, a poblaciones vulnerables para entender mejor lo que les pasa y poder actuar para proteger las oportunidades económicas que internet les promete y para ser activas en la defensa de su libertad de expresión y otros derechos.