Para el día que se publique esta columna, la Corte Constitucional habrá estado cerca de dar un paso histórico para Colombia o, también puede ser, de renunciar a darlo. El viernes 19 de noviembre vencía el plazo para que se definiera la suerte de dos demandas que buscan la despenalización total del aborto. Aunque ese término se ha suspendido, aprovecho para hablar del rol de internet, y sobre todo de la información sobre el aborto en internet; mejor, de la escasez de información en este campo.
La discusión sobre la despenalización del aborto en Colombia se une a la marea verde que recorre la región, que pasó recientemente por Argentina, Chile y México. Corresponde ahora a Colombia reconocer los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, niñas, adolescentes y personas que pueden gestar. El debate busca terminar con un delito que castiga a las mujeres solamente, y que afecta desmedidamente a las poblaciones más vulnerables.
También es la oportunidad de decir que para que el aborto sea reconocido socialmente como una prestación de salud más que como un delito, es necesario que podamos discutir sobre esto también en internet.
La tecnología digital ha tenido el efecto de crear infodemias en muchos temas -me refiero a la sobreabundancia de información (alguna rigurosa y otra falsa) sobre algo-, pero eso no es cierto sobre otros. Este es el caso del aborto.
A pesar de que seguramente internet es también hoy la principal fuente de información para quienes quieren saber sobre procedimientos de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), que en Colombia es legal en tres casos, toca empezar por decir que en decenas de países Google prohíbe cualquier anuncio sobre aborto. Allí está incluida Colombia. Esto supone que en la práctica la información sobre este tema está en manos de la interacción natural en las redes sociales. Las organizaciones que trabajan sobre este tema no pueden hacer campañas de publicidad, por ejemplo.
Esta prohibición ha existido hace años y tiene mucho que ver con los desafíos de poder desarrollar diálogos sociales en temas muy calientes. El aborto despierta pasiones y aviva tensiones, como se puede ver en los países donde se permite la publicidad.
En 2018 en el marco del referéndum para decidir sobre el aborto en Irlanda, se acusaba a Google y Facebook de interferir en el proceso por la publicidad que circulaba. Esto llevó a que ambas plataformas terminaran limitando los anuncios justificando que se trataba de una elección.
Al año siguiente, en EE. UU. e Irlanda se demostró que cuando las mujeres buscaban información para realizar el procedimiento, lo que obtenían era información de fundaciones y organizaciones que simulaban ser centros donde se conseguía este servicio, pero en realidad lo que buscaban era disuadir a las mujeres de realizarlo. Esto llevó a Google a pedir que quien ofreciera estos servicios se certificara con ellos para que fuera claro qué era exactamente lo que hacían.
A pesar de estas medidas, recientemente, una nueva investigación del Centro para Evitar el Odio demostró que en esos países, cuando se busca información sobre “embarazo no deseado” (unwanted pregnancy) o “píldora del día después” (abortion pill) en las redes sociales, las personas reciben propaganda en Facebook y Google sobre una droga que promete “revertir” el efecto de la mifepristona. Cuestionan entre otras cosas lo que las plataformas han ganado con esos anuncios, y que permitieran que por sus canales se ofrezca la participación en una investigación no monitoreada y sin evidencias sobre su seguridad.
Atención, no todo es malo. Es gracias a Internet que el debate se está dando por estos lados y es por las organizaciones detrás de #CausaJusta que se sube el nivel, pues han movilizado los argumentos y el diálogo social mientras, además, crecen los feminismos.
No sobra, sin embargo, insistir en promover un espacio digital donde sea posible un diálogo abierto, respetuoso y consciente y dar ejemplo promoviendo voces positivas, no violentas, diversificando así las fuentes y perspectivas y alentando la libertad de expresión.
El abuso con la información se combate con más información. Por eso desde Karisma, donde trabajo, también creemos que una forma de hacerlo es compartiendo recursos e información de campañas, organizaciones y plataformas que lideran los argumentos y las posiciones. ¿Acaso, cuando la información se abusa, sirve evitar la información? ¿Ha servido vetar la publicidad? Valdría la pena investigar más sobre el impacto y justificación de estas políticas.
Sin duda, que la Corte Constitucional decida despenalizar el aborto contribuiría a que la discusión se traslade al plano de la salud y que se eliminen presiones indebidas sobre quienes optan por la interrupción. Sin embargo, completamente despenalizado o no, nos corresponde cuestionarnos sobre la disponibilidad de información y la educación para que mujeres, niñas y personas que pueden gestar puedan tomar decisiones libres e informadas sobre la posibilidad de procrear.
Esto es necesario en las urbes, donde hay más acceso a internet, y especialmente preocupante en regiones apartadas, en donde se echa de menos la conectividad y las herramientas para acceder a los servicios de salud en el menor tiempo posible.